Imagina un mundo donde una red virtual descentralizada maneja cada aspecto de nuestras vidas, donde lo único en que nos tenemos que enfocar es en ayudarnos unos a otros para ser mejores humanos.
El modelo tecnológico “cadena de bloques”, del inglés blockchain, jugará un papel clave en la expresión de la sociedad futura que todos juntos construiremos. Sin embargo, para que esta nueva etapa tecnológica funcione a nuestro favor, necesitamos adaptar nuestra forma de pensamiento, envolver nuestra mente con nuevos conceptos y aceptar nuevos valores.
La necesidad de reorganizar la humanidad
Los diversos escenarios -intrincados y amenazantes- que están ocurriendo hoy en el mundo en forma de polarización social, inestabilidad política, climática, migración masiva, desempleo tecnológico y más, son en realidad los primeros signos de una nueva humanidad. Esto se debe a que el nacimiento de algo nuevo siempre es doloroso, y es lo que ahora estamos experimentando.
Necesitamos reorganizar la sociedad humana en una forma verdaderamente integral, para asegurar que nuestra interdependencia e interconexión favorezcan nuestra prosperidad y estemos en sincronía con el sistema natural. Para lograrlo, una cosa tiene que cambiar junto con nuestras tecnologías: nosotros.
Las “naciones nube” jugarán un papel clave
Según el futurista, Dr. Roey Tzezana, en las próximas décadas ya no necesitaremos las instituciones territoriales que tenemos en nuestro mundo. Muchos de los servicios civiles y gubernamentales, serán proporcionados de forma automática y se podrán gestionar de forma remota a través de tecnologías emergentes altamente confiables, como la de “cadena de bloques”. Esencialmente, las “naciones nube” (cloud nations), serán una forma virtual para que cualquier grupo de personas se unan bajo una identidad común y determinen sus propios “contratos inteligentes” para manejar sus relaciones.
A diferencia de los países físicos de hoy día, estas nuevas entidades virtuales no estarán limitadas por restricciones territoriales y los miembros podrán ir y venir como les plazca. Finalmente, las “naciones nube” tienen el potencial de distribuir procesos de toma de decisiones a sus ciudadanos, con lo que gradualmente irán siendo obsoletas muchas instituciones gubernamentales.
Con todo el comportamiento humano monitoreado y alimentado de forma automática en esta vasta red, las “naciones nube” también incluirán sistemas descentralizados de justicia. La justicia estará disponible para cualquier ciudadano, en cualquier parte de la red, volviendo redundantes la mayoría de las funciones actuales de los tribunales.
Además, las “naciones nube” permitirán una economía cooperativa que no concentre el poder en las manos de unos cuantos y los sistemas estarán habilitados para calcular las necesidades básicas de cada persona e imprimir versiones en tercera dimensión de lo que necesitemos.
El papel particular de una “nación nube” judía
Para ir más allá de esto, Tzezana se está asociando con pensadores e investigadores judíos que están desarrollando el proyecto “Nación Nube Judía”, un estado virtual que unirá a los judíos de todo el mundo. Recibirán servicios “de forma completamente descentralizada, sin limitaciones geográficas”.
Los valores fundamentales de la “nación nube judía”, están determinados por un comité especial de sabios judíos. Este distinguido grupo de grandes pensadores y científicos sociales se reunirá personalmente a fin de formular valores universales para los judíos de cualquier lugar.
El objetivo es organizar una estructura para la implementación del ideal judío, “corrección del mundo” (Tikkún Olam), un principio antiguo según el cual los judíos tienen la tarea de facilitar la corrección del mundo. El sitio web del proyecto establece que “el código de la ‘nación nube judía’ será abierto y transparente y se compartirá con todos, permitiendo así la creación adicional de otras ‘naciones nube’ que cubrirán las necesidades de los ciudadanos de todo el mundo, sin que se involucren gobiernos disfuncionales o regímenes corruptos”.
Forjando un nuevo concepto de sociedad
Es esperanzador ver cómo expertos que reconocen el inminente futuro tecnológico proyectan la urgencia de una sociedad cooperativa y también están realizando acciones para ayudar a formar dicha sociedad. Dicha visión corresponde directamente a las enseñanzas sociales que aparecen en los escritos auténticos de la Cabalá.
Hace aproximadamente un siglo, el cabalista Yehuda Ashlag escribió: “Que no te sorprenda si mezclo el bienestar de un colectivo en particular, con el bienestar de todo el mundo, porque de hecho, ya estamos en ese grado, en el que todo el mundo se considera un colectivo y una sociedad”.
De hecho, en nuestro tiempo, nos estamos acercando más a la necesidad de forjar un nuevo concepto de sociedad humana. La crisis en escalada -en un sinfín de ámbitos de la competencia humana- nos está empujando a replantear las bases de nuestra cultura. En una forma natural nos lleva a evolucionar al siguiente grado de conexión humana, que significa un cambio de pensamiento y de valores.
Por lo tanto, no debe sorprendernos que los emprendedores del pensamiento tecnológico futurista, sean de los primeros en identificar esta tendencia. Ellos están también prontos a identificar las herramientas prácticas que podemos utilizar para crear una infraestructura que nos permita un nuevo orden social en todos y cada uno de los niveles: económico, social, político, educativo, etc.
Sin embargo, los contratos inteligentes no son suficientes para unir a las personas. La tecnología ciertamente actualiza nuestras capacidades, pero no actualiza nuestras cualidades internas ni la forma en que nos relacionamos unos con otros.
La educación debe ser primero
Para que una “nación nube” pueda ser un modelo social, que promueva la genuina preocupación mutua entre los ciudadanos, debe empezar con un proceso educativo que sea aceptado por sus ciudadanos. Necesitan aprender sobre los beneficios de la consideración mutua y la construcción de normas y valores, para un compromiso social positivo. Por último, requieren desarrollar una nueva forma de sentirse mutuamente como partes de un todo. Este es un desarrollo de conciencia que requiere la voluntad de las personas para cambiar su percepción de la vida.
Por ejemplo, un aspecto central de tal cambio es el aspecto relacionado con la privacidad. Para los futuristas como Tzezana, está claro que no importa cuánto discutimos actualmente sobre el derecho a la privacidad en el futuro tecnológico, la lucha por la privacidad es una batalla perdida. De hecho, mientras más personas estén dispuestas a renunciar a su privacidad, más a su favor y efectivos serán los sistemas que establezcan para sí mismos.
La privacidad en las “naciones nube” tendrá que reducirse al mínimo, pero la decisión de renunciar a la propia privacidad no vendrá de forma natural. Este es un tema delicado que requiere una gran preparación y la adopción de nuevos valores. Parte del proceso educativo debería ser con el fin de ayudarnos a intercambiar voluntariamente nuestra necesidad de privacidad para un beneficio real. Esto es sólo un ejemplo de la necesidad de mejorar la conciencia humana y de alimentar la conexión humana.
Conforme nos dirigimos hacia la sociedad futura que las tecnologías de hoy nos están preparando, tendremos que adaptarnos a nuevos valores y conceptos que pudieran verse como utópicos. Sin embargo, esto se debe a que actualmente la mayoría de las personas no se sienten como parte de un todo.
Por lo tanto, nuestra preocupación prioritaria en la creación de nuestro futuro interconectado, debería ser el cómo educarnos a nosotros mismos. Más que dejar que la tecnología dirija el camino, podemos ya dar pasos hacia el cambio que debemos tener: volvernos seres humanos interconectados en una sociedad que promueve la unidad y recompensa la preocupación y la consideración mutuas.
En la sociedad futura, las personas sentirán que si no están activamente contribuyendo al bienestar del todo, están indirectamente dañando a los demás tanto como a sí mismos. Entonces, nuestras tecnologías avanzadas funcionarán para el beneficio de todos.