En 1929, el Dr. Kurt Fleischer, líder de los liberales en la Asamblea de la Comunidad Judía, de Berlín, hizo una declaración peculiar: «El antisemitismo es el flagelo que Dios nos envía para unirnos y fusionarnos». Lamentablemente, la conciencia del vínculo entre el antisemitismo y la unidad judía no se filtró en la conciencia de la gente y los resultados fueron espantosos. Cuando era joven en la ex Unión Soviética, el gobierno prohibió estrictamente las demostraciones abiertas de antisemitismo. No había amor por los judíos en la URSS, pero el gobierno sabía que el antisemitismo asustaría a los judíos y tratarían de irse a Israel. Pero como el gobierno no quería perder a los científicos judíos, prohibió las demostraciones abiertas de odio. Resulta que el antisemitismo aumenta la unidad judía y el sionismo.
El mismo fenómeno existe hoy en Francia, donde el antisemitismo es omnipresente. Como resultado, un número récord de judíos franceses han hecho Aliyá (emigraron a Israel) en los últimos años. Ahora, está comenzando un fenómeno similar en Estados Unidos.
Lo opuesto también es cierto. Cuando los judíos no sienten el odio del mundo, abandonan Israel y se asimilan en países del mundo, buscan desvincularse de su legado judío. Es casi como si el antisemitismo definiera a los judíos como judíos, si no hay antisemitismo, se desconectan.
Yo también vine a Israel porque me sentía extraño en la Unión Soviética, un paria, a pesar de haber nacido allí. No sentí antisemitismo manifiesto, pues estaba prohibido, pero siempre estaba en un segundo plano. Por eso, tan pronto como pude salir de la URSS, vine a Israel. Sabía que este sería el único lugar donde podría ser judío sin tener que esconder esa parte de mí. Aunque no era observante ni religioso, seguía siendo parte de mi historia, mi tradición y mi legado. Tener que ocultarlo significaba tener que ocultar una parte de mí y no lo quería.
Volviendo a nuestro tema, hay una razón profunda por la que el antisemitismo está conectado con el sionismo y la unidad judía. La misión del judío es mostrar unidad. El pueblo judío logró su nacionalidad hasta que se unió “como un hombre con un corazón” al pie del monte Sinaí. Inmediatamente después, se le dijo, en forma singular, ya que se convirtieron en uno: «Hoy te volviste un pueblo» (Deuteronomio 27: 9).
Una vez que fueron una nación, a los judíos se les asignó la tarea de difundir la luz de la unidad que habían logrado, es decir, ser «luz para las naciones». De hecho, si revisamos los eventos fundamentales de la historia judía, es muy evidente que cada catástrofe en las crónicas de los judíos sucede después de un período prolongado de división y odio interno.
En algunos casos, como con la ruina del Primer y Segundo Templos, la ruptura provoca la expulsión del pueblo de Israel, de la tierra de Israel. En otros casos, como el de la reina Ester, al final del exilio en Babilonia, los judíos logran unirse y eso los salva de la extinción e incluso les da soberanía en la tierra de Israel, después de haberla perdido por su propia división.
Hay muchos más, eventos notables en la historia judía, donde se manifiesta el vínculo entre la unidad y el éxito o, la división y la calamidad. Hablo de eso en mi publicación, La elección judía: Unidad o antisemitismo, pueden conseguirlo y comprobarlo por ustedes mismos.
Actualmente, no hay unidad judía. Desde el establecimiento del Estado de Israel, gradualmente nos hemos dividido. Actualmente, los niveles de división y odio entre nosotros alcanzan niveles peligrosos, eso puede llevarnos a otro cataclismo de proporciones históricas.
Mientras tengamos soberanía, podemos revertir la trayectoria. La división seguramente nos conducirá a la aniquilación; la unidad seguramente nos conducirá a la prosperidad y la felicidad. ¿Resistiremos la tentación de la justa indignación y del deleite de justicia propia? No sé. Lo que sí sé, es que si mordemos el anzuelo, acabarán nuestros días como nación soberana y los judíos del mundo sufrirán tormentos indescriptibles.
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