Petajh Tikva, Israel – Mientras más dure la pandemia, más notará el mundo a los judíos. Cada vez que la aflicción crece, el mundo torna su ira hacia ellos. Hace unos días, Travis Patron. político canadiense, nacionalista blanco de extrema derecha, publicó un video que decía: «Lo que tenemos que hacer, quizás más que nada, es sacar a esta gente de una vez por todas, de nuestro país». No está solo y estas ideas no surgen sólo de la extrema derecha. También hay una amplia evidencia de antisemitismo en la izquierda e incluso, los que no son conocidos por sus opiniones extremas, expresan o comparten publicaciones antisemitas en las redes sociales.
Igual que antes de la Segunda Guerra Mundial, los judíos en Alemania intentaron, en vano, convencer a los nazis de que eran buenos alemanes, los judíos de hoy intentan convencer al mundo de que somos buenas personas. Dicen que los judíos donan más que cualquier otra nación o fe, que contribuyen en innovaciones de alta tecnología, que hacen avanzar al mundo muy por encima de su proporción, que los judíos le dieron al mundo muchos grandes médicos, pensadores, artistas y empresarios y que son ardientes activistas de derechos humanos. Pero, en gran medida, el mundo responde con desprecio. Puede ser irónico, pero parece muy natural que los manifestantes contra el racismo griten «judíos sucios» a los contra-manifestantes, como informó The Jerusalem Post el 15 de junio. En otras palabras, muchos ni siquiera sienten al antisemitismo como un tipo de racismo
El odio a los judíos es irracional. No necesita justificación (aunque siempre aparece una) y siempre crece en tiempos difíciles. Pero hay una muy buena razón para ello, aunque la mayoría de los judíos y no judíos, no lo saben.
Abraham, el primer hebreo, abandonó su ciudad natal, Harán, en la antigua Babilonia, cuando fue rechazado. Midrash Rabbah, Maimónides y muchas otras fuentes describen los hallazgos de Abraham: que su gente se había separado. Intentó unirla, ayudarla a elevarse por encima de su actitud egoísta mutua. Pero en lugar de gratitud, sufrió su desdén. Finalmente, lo estigmatizaron y lo expulsaron de Babilonia.
Pero Abraham tuvo éxito. Cuando vagaba hacia el oeste, hacia Canaán, más y más personas se unieron a él, pues sentían que la unidad por encima del odio, es la forma correcta de vivir. La gente que quedó atrás se revolcó en su odio y finalmente se dividió. Al mismo tiempo, el pueblo de Abraham se convirtió en nación y siguió trabajando en su unidad, a pesar de los muchos conflictos que surgieron en el interior. Ese antiguo cisma entre el grupo de Abraham, con su método de unidad y el resto de los babilonios, con su mentalidad individualista, es la raíz oculta de todas las formas de odio a los judíos. Y dado que la cultura babilónica se extendió por todo el mundo, no hay un solo lugar en la Tierra sin antisemitismo latente, esperando una crisis que lo desencadene.
Y si la antigua ruptura no es suficiente para justificar el antisemitismo, tras su éxodo de Egipto, los judíos no sólo lograron la unidad total (aunque se desvaneció pronto), también se les encomendó ser «luz para las naciones» y difundir esa unidad al resto del mundo. Durante casi dos milenios, los judíos lucharon para mantener su unidad y ser fieles a su misión. Pero hace unos dos mil años, sucumbieron a su ego, al que llamaron «odio infundado» y se dispersaron. Desde entonces, no han podido cumplir su misión como pueblo elegido, pues su odio mutuo les impide difundir la unidad.
Puesto que los judíos cayeron del amor fraternal, del lema; «Ama a tu prójimo como a ti mismo», en odio infundado, el mundo no los ve como los portadores de unidad. Aún así, se les considera responsables de los problemas del mundo, especialmente de las guerras. Pregunta a cualquier antisemita quién es responsable de todas las guerras en el mundo y te dirá que son los judíos. Aunque no lo saben, al responsabilizar a los judíos por los problemas del mundo, los antisemitas dicen indirectamente que los judíos no están trayendo la paz. Sin darse cuenta, admiten que la tarea encomendada a los judíos al pie del monte Sinaí es válida y que no la cumplen, esa es la razón del odio.
¿Qué deberían hacer los judíos al respecto?
Exactamente lo que los antisemitas (inconscientemente) esperan que hagan: unirse y proyectar esa unidad al mundo, ser «luz para las naciones». Dado que el pueblo judío es descendiente de babilonios, de tribus y clanes que a menudo eran enemigos jurados, hasta que se unieron al grupo de Abraham, si los judíos se unen por encima de su odio, será el ejemplo que allanará el camino para el resto de las naciones.
Irónicamente, la única cura para el antisemitismo es la unidad judía y que la compartan con el mundo. Resulta que el mayor peligro para el pueblo judío es no conocer su misión.
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