El tiroteo cerca de una sinagoga en Halle (Alemania) ha sido otro terrible acto de antisemitismo en el día más sagrado del calendario judío. Sin embargo, podría haber sido mucho peor si el atacante de 27 años –y simpatizante de la extrema derecha– hubiera atravesado las puertas de la sinagoga y asesinado a los 80 fieles que oficiaban las plegarias de Yom Kipur.
En el vídeo que filmó antes del tiroteo, el atacante negó el Holocausto, denunció a las feministas e inmigrantes y declaró abiertamente que «la raíz de todos estos problemas es el judío».
Al conocerse que dos personas que fueron asesinadas a tiros, llegaron las condenas, una tras otra: el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, que tuiteó que «los disparos en una sinagoga en Yom Kipur, la festividad de la reconciliación, nos golpea el corazón», y «Todos debemos actuar contra el antisemitismo en nuestro país», así como el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, haciendo un «llamamiento a las autoridades alemanas para que continúen tomando medidas firmes contra el antisemitismo».
Entre todo el llanto, oraciones y solidaridad con las familias de las víctimas, existe una clara exigencia de que haya un cambio significativo en la lucha del antisemitismo que se ha extendido rápidamente por todo el mundo. Sin embargo, además de las palabras llenas de desesperación, hay un aire de impotencia ante este creciente fenómeno.
Impotencia. Desesperación. Dan la sensación de ser sentimientos muy poco deseables. Pero, ¿es posible que, en realidad, tales sentimientos sean una consecuencia positiva de esos delitos y amenazas antisemitas que están aumentando exponencialmente?
¿El hecho de ser golpeados repetidamente por un fenómeno irracional que ha perseguido a nuestro pueblo durante generaciones –y que no hace distinciones entre géneros, entre Yom Kipur y otro día cualquiera de la semana, entre una sinagoga en Berlín y otra Pittsburgh– tal vez sea lo que nos incite a prestar atención a lo que los cabalistas han estado tratando de decirnos durante generaciones?
Ya sea en El libro de El Zóhar o en otros textos cabalísticos, ¿qué es lo que han estado tratando de transmitir los cabalistas al pueblo judío? Lo expresaremos en pocas palabras: si los judíos nos unimos, logramos avivar una fuerza positiva que existe en la naturaleza para que se extienda no solo entre nosotros, sino entre toda la humanidad. Despertando con nuestra unidad esa fuerza positiva y unificadora de la naturaleza, podemos traer la paz al mundo. Pero si, por el contrario, estamos divididos y cada judío permanece dentro de sí mismo en sus propias plegarias, entonces, estamos incitando lo contrario: odio y conflicto. Como escribió el rabino cabalista Yitzhak Isaac Haver: «La creación y la elección, la corrección y la destrucción del mundo, todo depende de Israel» (Siaj Yitzhak, Parte 2, Likutim 1).
Horas después del tiroteo mortal, la canciller alemana Angela Merkel asistió a una vigilia en una histórica sinagoga en el centro de Berlín para solidarizarse con las víctimas. Permaneció con la comunidad judía mientras cantaban juntos: «Osé shalom be Meromav» (el que establece la paz en Su cielo). Irónicamente, a veces la respuesta a las preguntas más difíciles pueden encontrarse justo debajo de nuestras narices. A veces solo necesitamos abrir nuestros oídos y escuchar las palabras que estamos cantando…
- “Osé shalom be Meromav” (el que establece la paz en Su cielo). Significa que, en nuestra unidad y plegaria conjunta, podemos hacer que la fuerza superior establezca la paz arriba;
- «Hu yaasé shalom aleinu» (Él establecerá la paz sobre nosotros), es decir, la fuerza superior traerá la paz a toda la humanidad;
- «Ve al kol Yisrael» (y sobre todo Israel), es decir, el papel del pueblo de Israel es unirse;
- “Ve al kol yoshvey tevel” (y para todas las personas en el mundo), en otras palabras, nuestro papel no es recibir la luz de la unidad para nosotros mismos, sino ser un conducto por el cual la luz se extienda al mundo, es decir, ser «una luz para las naciones»;
- «Ve imrú amén» (y digamos Amén), es decir, todos nosotros, los judíos y las naciones del mundo, nos sentiremos verdaderamente agradecidos por alcanzar esa paz tan esperada.
Amén.
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