En la realidad globalizada de hoy en día todos ganamos o perdemos porque somos interdependientes. Cuando el número suficiente de personas en el mundo abran los ojos a los hechos de la globalización y la responsabilidad mutua, se desarrollará un cambio importante. Los países y las personas ya no se explotarán las unas a las otras; los consorcios gigantescos ya no explotarán a millones de trabajadores mal pagados en todo el mundo; ya no habrá más niños muertos por el hambre o por enfermedades que pueden ser tratadas con antibióticos comunes, y las mujeres ya no serán abusadas simplemente porque son mujeres. De hecho, en un mundo donde las personas se dan cuenta de que su propio bienestar depende del bienestar de los demás, ellas cuidarán del resto, quienes los cuidarán a cambio.
Debemos remplazar nuestra fuente egoísta que dirige todo lo que hacemos y hace que peleemos con la naturaleza, con la fuente altruista que nos conecta a la naturaleza. En otras palabras debemos forjar un nuevo sistema de unidad entre toda la humanidad, y la naturaleza, rodeándonos de tal manera que todos estemos obligados a estar equilibrados y unidos en lugar de estar en oposición. Ya que cuando cada uno piensa solo en sí mismo a expensas de la naturaleza, vemos cuánto nos cuesta ese comportamiento.