Pregunta: El término “integralidad” está más o menos claro desde la perspectiva global, pero ¿qué significa “ser integral” para una persona individual o una familia?
Respuesta: Un ejemplo clásico de integralidad es una conexión en forma de ruedas dentadas. Estamos interconectados como un mecanismo que consiste en ruedas dentadas que están engranadas entre sí. Cualquier movimiento de uno de los engranajes obliga a todos los demás a hacer un movimiento análogo en la misma dirección.
Además, esta conexión aún no está completa en la actualidad: por el momento, es como si estuviéramos en un cuadro delimitador, a cierta distancia entre nosotros y, gradualmente, vamos entrando en contacto entre nosotros. Es decir, hay cierto movimiento oscilante entre nosotros que ya está comenzando a formar un vínculo importante.
En los próximos años, alcanzaremos tal nivel de vinculación que las ruedas dentadas girarán entre sí de una manera absolutamente coordinada. Imagina que estás sometido a una gran presión a todos los niveles de tu vida, y que tus pensamientos, deseos, acciones y decisiones dependen completamente de la sociedad y las circunstancias que te rodean. Sentirás como si estuvieras en una cárcel, ¡en absoluta esclavitud!
Un estado así es insoportable. La persona deseará liberarse, escapar de allí en cualquier dirección –e incluso morir– en vez de sentir una terrible presión constante a todos los niveles: mental, espiritual y emocional.
Necesitamos preparar a las personas para que perciban su contacto con todos los demás como algo hermoso y agradable. En general, ese estado es algo completamente opuesto a nuestra naturaleza, pero se aproxima a nosotros implacablemente, y me asusta pensar en cómo la humanidad comenzará a adentrarse en él.
Estamos acercándonos poco a poco a ese estado. Veo cómo provoca distintas revoluciones, cambios gubernamentales, colapsos en las familias, así como el colapso de sistemas monetarios o económicos, etc. Con el trascurso de cada mes y cada año, eso irá en aumento. Y si el hombre no se siente cómodo con este estado, sencillamente “explotará” antes de una guerra mundial. Nada le importará: ¡se verá obligado a liberarse de esas cadenas! Por lo tanto, necesitamos una contrapeso psicológico a nivel interno para ese estado insoportable.
La persona de nuestros días no desea interactuar con nadie: es como si estuviéramos encerrados en nuestros apartamentos, con nuestras computadoras, y eso es todo. En el trabajo también estamos todo el tiempo con la computadora. Después del trabajo, vamos corriendo al supermercado, compramos algo precocinado, lo metemos en el microondas, lo comemos, después corremos de nuevo a nuestras computadoras y luego a dormir. En ocasiones vemos a nuestros seres queridos o a algunos amigos, pero eso es todo.
Los seres humanos hemos creado esta vida siguiendo nuestra demanda interna. Sin embargo, cuando uno ve que, lo quiera o no, otros están irrumpiendo en su mundo interior, en esa cómoda mazmorra suya desde la cual no puede escapar, sentirá que está cada vez más obligado a hacer algo. En ese momento, sin duda, veremos grandes explosiones.
Me imagino que el estado y los psicólogos pueden entenderlo también. Es lo mismo que saltar desde el piso cien de un edificio que está en llamas. Le dices a esta persona, “¡pero vas a morir seguro!”, y ella responde: “Sí, pero en este momento el fuego parece más espantoso que un segundo en el aire, sin las llamas”. La persona no piensa en lo que sucederá a continuación. Me temo que estos estados se están acercando, nos guste o no.
Problemas inquietantes
Pregunta: El hombre moderno ciertamente encuentra refugio entre de las paredes de su apartamento. También tiende a buscar información de forma anónima y discreta, y ve todo tipo de series entretenidas en la televisión. Y no está claro cómo esta interconexión global puede afectar a la persona. Si me he encerrado dentro de mi apartamento, ¿cómo me alcanzarán todas estas preocupaciones de las que usted habla?
Respuesta: Te alcanzarán a través de estados desagradables. Si todo continuara como antes, nada malo pasaría. Te encierras en una especie de cápsula y existes dentro de ella. Este es un estado cómodo para ti. No quieres cambiarlo, no quieres casarte, ni tener hijos; no quieres tener relaciones estrechas con tus amigos porque esto generalmente conlleva una obligación. Tus padres se han convertido en algo muy molesto: tienes que llamarlos y, lo que es peor, visitarlos, etc.
Si todo continuara así, sería estupendo: nací, me separé de mis padres, me construí una célula dentro de esta colmena y eso es todo, simplemente existo en ella. Pero la cuestión es que el objetivo de la naturaleza es llevarnos a un equilibrio con ella, es decir, hacernos integrales, absolutamente interconectados, como elementos de un sistema analógico.
Todas las partes de este sistema dependen unas de otras, y si hay una sobrecarga, una perturbación en cierta parte del sistema, esto se trasmite a todo el sistema, todo el sistema también llega a un estado de desarreglo y luego se equilibra gradualmente a sí mismo, conforme a sus leyes y vuelve a un punto muerto. Y continuamos…
Y en todos esos estados de equilibrio o desequilibrio, todos y cada uno de los elementos se afectan entre sí. ¡Es una interconexión absoluta! Y esa es la interconexión que la persona siente, especialmente en un estado no estático.
En un estado estático todo se calma. Y cuando todos los vínculos son iguales, me siento como si estuviera en el centro de ellos, como una araña en el medio de la red, y me siento equilibrado. Tengo que coexistir dentro de estos límites, pero dado que lo que me rodea está en equilibrio y estoy en el medio, no siento presión. Así es como todos se sienten.
Pero el sistema está vivo y es natural. La naturaleza siempre nos conduce hacia un estado establecido como el objetivo de su existencia. Y por eso vamos a sentir constantes problemas, declives, falta de equilibrio, alteraciones en la homeostasis. Y por lo tanto nos sentiremos mal.
Cuando la libertad es peor que la esclavitud
Pregunta: Tengo algunos conocidos que viven exactamente como usted ha descrito. Son personas de mediana edad que han creado esta cápsula para sí mismos. ¿Está usted tratando de decir que no podrán vivir tranquilamente en sus hogares debido a las preocupaciones internas?
Respuesta: No es solo una preocupación interna, sino también externa. Estamos llegando a un punto en que el mundo se está liberando del exceso de producción, y hoy en día más de la mitad de los trabajadores simplemente ya no son necesarios. Se encontrarán en un estado de absoluto vacío porque están acostumbrados a ser esclavos.
Prácticamente toda la población de nuestro planeta vive de este modo. A las seis de la mañana, una persona sale de su casa, si tiene un hijo lo lleva consigo y lo deja en el jardín de infancia por el camino, después se dirige al trabajo, regresa del trabajo, recoge a su hijo y se pasa por el supermercado. Por la noche, los esposos tienen media hora para bañar a su hijo, acostarlo y comer algo de comida precocinada. Y eso es todo: el día termina aquí y mañana se repetirá la misma historia.
Nos dirigimos a un estado en el que muchas personas comenzarán a tener más tiempo libre, y la sensación de estar perdido va creciendo porque ya no se encuentran dentro de una estructura familiar, sino como si estuvieran fuera de cualquier tipo de estructura. ¡Y eso es mucho peor! ¡Esta sensación interna de libertad es peor que la esclavitud!
Y si una persona no puede obtener gratificación de alguna otra fuente, ni se le da una sensación de límites, una estructura, como en un trabajo, la sensación de algún tipo de responsabilidad u ocupación a la que solía estar acostumbrada, entonces, tendremos grandes problemas.
Debemos entender que, en el futuro, a la persona solo necesitará dos o tres horas al día para todas sus necesidades: trabajar, encargarse de uno mismo y de los demás, etc. Todo el tiempo restante, no menos de 20 horas al día, queda a disposición de la persona.
Para evitar sacar al sistema de su equilibrio, todos, tanto sociólogos como psicólogos, científicos y políticos, debemos pensar cuidadosamente en el marco de trabajo que la humanidad debe adquirir para sentirse útil, realizada y completamente satisfecha con sentimientos internos que den sensación de estar vivo, e incluso más allá de eso.
Pero no resulta fácil cuando no hay responsabilidades o presión desde arriba, cuando no hay necesidad de trabajar duramente para ganar más, para presumir frente a los vecinos, etc. Nos dirigimos hacia una relación completamente diferente con nosotros mismos, con la sociedad, con la vida; y esto es, esencialmente, una nueva educación, una nueva percepción de la vida. No se trata de un sistema sencillo en absoluto. Pero tiene que partir de ese resultado final que deseamos alcanzar y, sobre todo, de las condiciones establecidas por la naturaleza.
La naturaleza va a obligarnos a renunciar a la producción excesiva. La clase media básicamente desaparecerá. Y los que se mantengan serán las élites que tomen todas las decisiones: con un número muy pequeño de funcionarios, una gran masa de desempleados y con el 10% de la población activa del mundo dedicada a la producción y al servicio de todos los demás. Este 10% será realmente necesario, pero el resto de personas no serán necesarias.
En realidad, la humanidad está creada de tal manera para que el 90% de su población participe en actividades de una naturaleza completamente diferente: en el desarrollo personal, en la creación de una conexión correcta entre personas. Ellos son los que generarán ese entorno integral, global, autónomo y equilibrado que llevará a toda la sociedad al equilibrio con la naturaleza. Y solamente entonces tendremos derecho a existir.
Si dejáramos, digamos, solo a ese 10% que van a trabajar en la producción, el propósito de la creación no se logrará. El propósito de la creación es llevar todas las partes, todos los niveles de la naturaleza –el inerte, vegetal, animal y humano– a alcanzar la completa armonía entre ellos. Solamente entonces el sistema logrará un estado final de equilibrio.
Parte 2 de la Charla entre el Dr. Michael Laitman y el psicólogo Anatoly Ulianov
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