En estos días tensos, la situación en Israel está exacerbando la ruptura y división social en el país. Mientras algunos denuncian la pérdida del orgullo nacional, otros advierten que Israel se está volviendo un Estado nacionalista y racista. ¿Hay una buena dosis de patriotismo y orgullo nacional que no infrinja los derechos de otras personas? Baal HaSulam dice que sí, pero primero debemos entender qué es nacionalismo y qué es orgullo nacional para Israel.
Incluso antes de que ocurrieran las tragedias de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, el gran pensador y cabalista del siglo XX, Baal HaSulam, advirtió de las consecuencias del excesivo nacionalismo, fascismo y comunismo. En junio de 1940, nueve meses después de la guerra, publicó un artículo que tituló La nación. Ahí dedicó una sección para discutir el equilibrio entre patriotismo -o como él lo definió, «amor nacional»- y el humanismo.
En aquellos días, antes del establecimiento del Estado de Israel, Baal HaSulam sintió que negar el patriotismo por completo, pondría en peligro la formación del Estado judío. Al mismo tiempo, los peligros del patriotismo excesivo ya eran evidentes. Para tratar el tema, Baal HaSulam sugirió “una educación nacional nueva y fundamental” para “revelar y encender una vez más el amor nacional natural que se ha atenuado dentro de nosotros”.
Aunque Baal HaSulam resaltó que su definición de nacionalismo no era la que usamos normalmente. En sus palabras, “aquí debo subrayar respecto de la educación nacional antes mencionada: si bien pretendo sembrar un gran amor entre los individuos de la nación, en particular y para toda la nación en general, en la mayor medida posible, no es nada parecido al chovinismo ni al fascismo. Los aborrecemos y mi conciencia está totalmente limpia. A pesar de la aparente similitud de las palabras en su sonido superficial, dado que chovinismo es amor nacional excesivo, están distantes entre sí como el negro del blanco.
“Para percibir la diferencia, debemos compararlo con las medidas de egoísmo y altruismo en el individuo. …Es claro que la medida del ego inherente al ser creado es condición necesaria en su vida. Sin ella, no sería un ser separado y distinto. Pero eso no debe negar, en absoluto, la medida de su altruismo. Lo único que se requiere es establecer límites distintos: la ley del egoísmo debe mantenerse en todo su poder”, pero sólo “en la medida en que se refiere a la existencia básica. Y se tiene permiso para renunciar a todo lo que exceda a esa medida, para que sea en bienestar del prójimo”.
Ochenta y dos años después de que se escribieran esas palabras, es claro que no hemos encontrado equilibrio. Aún usamos el nacionalismo hasta el punto en que se convierte en chovinismo, como lo definió Baal HaSulam o lo negamos por completo y corremos el riesgo de perder nuestra identidad.
Creo que es hora de que implantemos un nacionalismo saludable. Debemos comenzar con la unidad más pequeña: la familia nuclear. En primer lugar, debemos reavivar el sentimiento de afinidad natural e instintiva de la forma en la que las familias (idealmente) se sienten entre sí. Una vez que entendamos cómo se siente una familia unida, debemos comenzar a expandir este sentimiento a círculos cada vez más amplios, hasta que abarque a toda la nación.
Pero, sólo debemos enfocarnos en lo positivo, en fortalecer la unidad y no en unirnos contra otros partidos. Es muy fácil unirse contra el enemigo común. Pero no es una unidad real y en ausencia del enemigo, se disolverá de inmediato. Podremos centrarnos en la unidad, sólo si es el valor principal, independientemente de las circunstancias externas.
Particularmente en Israel, la unidad debe fomentarse hasta un nivel que garantice la existencia y seguridad del Estado de Israel, pero no más allá de lo necesario para su supervivencia. El resto de la energía de Israel debe ser para promover el valor de la unidad.
La posición única de Israel en el mundo, dada la atención constante que recibe, lo coloca en un lugar único para convertirse en modelo de cohesión social y solidaridad, que ninguna otra nación tiene. Cuando Israel está unido, las naciones lo aprecian y le dan la bienvenida. Por el contrario, cuando Israel está dividido, las naciones lo menosprecian, afirman que es un país racista y nacionalista y lo culpan de todo lo que está mal en su vida.
Ahora que el nacionalismo malsano está resurgiendo en el mundo, Israel debe dar el ejemplo correcto. Mientras más extremista se vuelva el mundo, más culpará a Israel. Israel debe poner todo su enfoque en su unidad interna, para ser modelo para el mundo. Por eso y sólo por eso, debe defenderse de quienes pretenden destruirlo. Si Israel no existe, no habrá modelo de unidad para el mundo. Israel debe construir su unidad, es la única justificación de Israel para su existencia. Este es el único equilibrio posible entre nacionalismo y humanismo, es cuando el nacionalismo sirve al humanismo.
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