En 2011, el «capítulo» israelí del movimiento Occupy comenzó sus actividades con una gran concentración en Tel Aviv y pasó a «ocupar» el bulevar Rothschild durante los meses siguientes. Los medios de comunicación estaban a favor y la gente también. Las causas eran justas y eran muchas, todos creían que había un cambio en la sociedad israelí. La gente sentía que estaba harta de que las empresas se beneficiaran a su costa. Ya entonces advertí que las protestas no conseguirían nada, porque no había unidad entre los manifestantes y sin unidad, son impotentes frente a las corporaciones y los políticos. Y fue lo que ocurrió. Se anunció un comité, se redactaron recomendaciones, pero los ciudadanos de Israel son explotados ahora, como lo han sido siempre, si no es que más.
Pero la gente parece tener poca memoria. Estos días, las tiendas de campaña vuelven a levantarse en el bulevar Rothschild, porque los israelíes están hartos de la explotación y del abuso de poder. Y una vez más, el pueblo está dividido; sus objetivos son múltiples y el presupuesto se entrega a los gobernantes y se reparte entre los muchos partidos que hay en Israel. Cuando cada uno tira de la cuerda para su lado y la cuerda no es suficientemente larga como para alcanzar para todos, al final se rompe y la gente se queda sin nada.
Por eso, a pesar de toda la riqueza, del ingenio de empresas, de nueva creación, tecnologías avanzadas, biotecnología, agricultura innovadora y abundancia de reservas de gas natural, Israel seguirá siendo pobre y débil. «La principal defensa contra la calamidad es el amor y la unidad. Cuando hay amor, unidad y amistad entre los israelíes, ninguna calamidad puede alcanzarlos», escribe el libro Maor VaShemesh. La división es nuestro único enemigo. Cuando luchamos por causas diferentes, aumentamos nuestra separación y competimos unos contra otros. En ese estado, ya perdimos antes de haber empezado.
Si los israelíes quieren lograr algo, deben, ante todo, unirse. Sólo si hacemos de la unidad y la solidaridad nuestras principales prioridades, podremos priorizar correctamente nuestras necesidades. Si cada facción expone sus necesidades y desafíos y todos discuten qué hacer y cuándo, sabiendo que el objetivo principal es aumentar nuestra unidad, todos los problemas se resolverán en el momento y la forma adecuados.
Mientras sigamos centrados en nuestras propias necesidades y esta es la atmósfera que prevalece en Israel, no hay razón para que los poderosos no abusen de los demás, cuando pueden. Pero si nos unimos, perderán el deseo de abusar; nuestra unidad los atraerá e Israel prosperará.
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