Más allá de los titulares por la mortífera guerra en Ucrania, de la que un gran número de judíos están huyendo a Israel, se encuentra la historia única y raramente contada, de la notable contribución de los judíos ucranianos a la ciencia, el arte, la política, la cultura y la educación, en la historia de Israel y del mundo.
A lo largo de los años, muchos judíos, que nacieron y vivieron en Ucrania, imprimieron su singular talento en muchas áreas. Entre los nombres más destacados de origen ucraniano, están el rabino Yisrael ben Eliezer, conocido como «Baal Shem Tov», que fue el padre del movimiento jasídico. Algunos de sus alumnos famosos son el rabino Najman de Breslav y Menajem Mendel de Kotzk. Entre otros nombres de la lista de judíos ucranianos influyentes se encuentran antiguos líderes israelíes como Golda Meir, Ze’ev Jabotinsky, Moshe Sharet, Yitzhak Ben Zvi y Levi Eshkol.
El mundo de la literatura también está repleto de espectaculares descripciones paisajísticas de las verdes colinas de Ucrania. El autor ganador del Premio Nobel, S.Y. Agnon se inspiró en su ciudad natal, Buchach. Aaron Appelfeld escribió con entusiasmo sobre Bucovina y Bruno Schultz sobre las calles de Drohobych.
Ucrania es hermosa. Recuerdo haber viajado de norte a sur: de Rusia a Bielorrusia y a través de Ucrania a Odesa, que está en la costa del Mar Negro. No hay mucha diferencia en la transición de Rusia a Bielorrusia. Todo parece casi igual, sucio y roto. En el aire se notaba lo descuidado que estaba todo alrededor y que nadie parecía preocuparse mucho por los pueblos de la carretera. Pero desde el momento en que cruzamos la frontera y entramos en el territorio de Ucrania, nos frotamos los ojos inmediatamente. Vimos un lugar nuevo y limpio; incluso las aldeas pobres estaban bien cuidadas, conservaban todo lo que tenían y reparaban todo lo que estaba roto.
Lo recuerdo como una zona preciosa, el clima era agradable, la tierra fértil, todo florecía, las condiciones eran relativamente buenas y había espacio para acoger a millones de personas. Aunque los judíos han vivido en muchos países de Europa del Este, muchos fueron atraídos a las ciudades y pueblos ucranianos, fueron empujados a la «frontera», que es el significado de la palabra ukraina.
Los ucranianos eran un pueblo muy rural y amante de la tierra y los lugareños siempre esperaban que los judíos aportaran desarrollo a la ciencia y a la medicina, a la cultura y a las artes. Al mismo tiempo, los judíos sufrieron gran antisemitismo y muchos pogromos a lo largo de su historia en Ucrania. Esta presión generó en los judíos locales un enfoque único de la vida y de superar la adversidad con trabajo duro, una especie de fuerza de voluntad e impulso, que los convirtió en pioneros.
Incluso hoy, aunque los judíos hayamos emigrado a Israel y hayamos establecido un hogar nacional, seguimos sintiendo el estrés del antisemitismo que nos presiona desde la aldea global. Desde todas las direcciones se nos presiona cada vez más y es cierto tanto para judíos de la diáspora, como para los de Israel. Dondequiera que vayamos, siempre se nos culpa por ser judíos.
Esta presión, debe llevarnos a aplicar nuestra fuerza de voluntad a un nuevo tipo de superación: la puesta en práctica del método correcto para forjar la unidad judía y reconectar la esencia del pueblo judío, que perdimos en nuestras disputas inútiles. Si volvemos a adquirir el conocimiento y la sabiduría que se encuentran en nuestra conexión, en nuestra unidad, podremos dar al mundo una bendición sin parangón, el avance de la paz duradera, la tranquilidad y la plenitud, la luz que la humanidad necesita tan desesperadamente. Y este regalo a la humanidad será la contribución más valiosa y duradera del pueblo judío al mundo, una verdadera iluminación en tiempos de oscuridad.
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