Recibí un correo electrónico de un hombre que se convirtió al judaísmo, en una sinagoga reformista en Arizona, EUA. Para su consternación, descubrió que su conversión no fue reconocida por las denominaciones conservadoras y ortodoxas. Como resultado, comenzó a investigar el significado de ser judío y me preguntó qué dicen al respecto; la sabiduría de la Cabalá y El libro del Zóhar.
Para empezar, la sabiduría de la Cabalá no se relaciona con el cuerpo del hombre ni con sus acciones materiales. Habla y se relaciona sólo con los deseos en el corazón y nos ayuda a unirnos entre nosotros y con el poder de la unidad, el Creador. Como resultado, la sabiduría de la Cabalá no se relaciona con la religión formal, sino con el estado espiritual. En otras palabras, se puede ser judío y miembro de la nación israelí en un momento y gentil (no judío) en el siguiente. Al mismo tiempo, se puede nacer en una religión totalmente diferente y ser considerado miembro del pueblo de Israel en el sentido espiritual. Espero que la explicación que voy a dar aclare lo que quiero decir con esto, sé que muchos se sorprenderán.
La palabra hebrea para «judío» es Yehudi, de la palabra Yejudi [unidad]. Unidad es el corazón y el alma del judaísmo, particularmente la unidad por encima de diferencias y divisiones. El rey Salomón dijo (Proverbios 10:12): «El odio suscita contiendas y el amor cubrirá todas las transgresiones». El libro del Zóhar (porción Aharei Mot) describe la relación entre unirse por encima del odio y lo que significa para el mundo: «’Qué bueno y qué agradable es que los hermanos también habiten juntos’. Estos son los amigos, se sientan juntos y no se separan. Al principio, parecen gente en guerra, deseando matarse unos a otros. Luego vuelven a estar en amor fraternal. …Y ustedes, los amigos que están aquí, como antes lo estaban en cariño y amor, de ahora en adelante no se separarán … y por su mérito habrá paz en el mundo”.
Los antepasados del pueblo de Israel se unieron muy profundamente y se convirtieron en uno o como lo describió el gran comentarista Rashi, «en un hombre con un corazón». Hasta que lograron esa unidad profunda, fueron proclamados nación, se unieron entre ellos y con el poder de otorgamiento, al que nos referimos como Creador. Cuando lograron esa unidad, se les ordenó llevar al mundo a la unidad, como lo describió el Profeta Isaías (42:6-7): «Te pondré como… luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la mazmorra a los presos y de la cárcel a los que moran en tinieblas”.
De hecho, si examinamos la ascendencia de los fundadores de la nación israelí, encontraremos que los más grandes, no tenían raíces judías. Alcanzaron la grandeza porque unieron al pueblo, no por algún privilegio ancestral. Abraham, el fundador de nuestra nación, no nació judío; la nación no existía antes de su tiempo. La esposa de Moisés, Séfora, junto con Miriam, hermana de Moisés, guió a las mujeres del pueblo de Israel, después de que salieron de Egipto y cruzaron el Mar Rojo. El rabino Akiva, el mayor sabio después de Moisés, cuyos discípulos escribieron El libro del Zóhar y la Mishná (la base del judaísmo), nació de padres no judíos.
Otro de los más grandes discípulos del rabino Akiva, el rabino Meir, tercer sabio mencionado con más frecuencia en la Mishná y cuya esposa Bruriah se cita en la Gemara, fue descendiente del emperador romano Nerón. Y por último en esta lista, pero ciertamente no menos importante, Rut la moabita, la heroína de la historia bíblica, fue la bisabuela del rey más grande de Israel, el rey David, cuya dinastía fueron los reyes del pueblo de Israel por siglos, durante los mejores tiempos de Israel.
Por eso, vemos por qué la sabiduría de la Cabalá no pone atención en la ascendencia física. Si una persona cree que la unidad es el valor supremo y que lo demás es secundario y se esfuerza por unir a la gente «como un hombre con un corazón», en el sentido espiritual, es considerada miembro del pueblo de Israel.
Como lo ve la sabiduría de la Cabalá, desde la perspectiva espiritual, ser judío no tiene nada que ver con el color ni con el credo. La única «prueba» es, si se lucha por la unidad o por el ego. Si se elige la unidad, se es Israel. Si ves alguna de mis clases, verás que tengo estudiantes de todo el mundo y de todas las etnias y orígenes. Lo único que nos une es nuestra aspiración a unirnos por encima de las diferencias. Este es el pueblo espiritual de Israel.
Me interesa conocer la cábala
Magnífico artículo, promotor de la unidad en estos tiempos aciagos en los que ello toma especial valor y relevancia.
Muy bueno, todo lo escrito por el dr.Michael Laitman.
Shalom estoy interesado en estudiar la kabbala soy de Venezuela 🇻🇪🙏