El mes pasado, en Basilea, Suiza, Israel conmemoró el 125 aniversario del primer congreso sionista. Al concluir ese congreso, Theodor Herzl, quien organizó la conferencia y fue la fuerza impulsora detrás del movimiento sionista en sus primeros años, escribió en su diario: “Si tuviera que resumir el congreso de Basilea en una palabra… diría: En Basilea fundé el Estado Judío”. El propósito de este evento es celebrar esa conferencia fundamental y de igual importancia, discutir el sionismo contemporáneo, su visión o la falta de ella y sus desafíos y escollos en el futuro.
De hecho, el Estado judío está bien fundado. Israel es un país fuerte y sólido y parece que incluso la humanidad acepta, en gran medida, la existencia de un Estado judío. Espero que estemos corrigiendo el mundo y que no desaparezcamos, que sigamos avanzando.
Sin embargo, para avanzar, el Estado de Israel debe ir más allá de asegurar su supervivencia. Debe llegar a un estado en el que esté de acuerdo con nuestros sabios, que dijeron que “Ama a tu prójimo como a ti mismo” es nuestra ley, que lo abarca todo y que debería ser la base para la existencia de todas las naciones.
A pesar del enfoque inicial de asimilación de Herz cuando concibió la idea de establecer un Estado judío, parecía que había abandonado por completo la idea de la fusión entre las naciones. De hecho, concluye su libro, El Estado Judío, con palabras que implican que, incluso abrazó el legado de nuestros sabios de que, los judíos deben ser nación modelo. En sus palabras, “El mundo será liberado por nuestra libertad, enriquecido por nuestra riqueza, glorificado por nuestra grandeza. Y cualquier cosa que intentemos lograr para nuestro bienestar, reaccionará poderosamente y con beneficio para el bien de la humanidad”.
Sin duda habrá desafíos por delante. Nuestro carácter opositor y obstinado nos enfrentará entre nosotros, pero aprenderemos a encauzarlo hacia rutas constructivas. Tomará tiempo, pero aprenderemos a forjar unidad, a aceptar las contradicciones de opiniones sin suprimir las minorías ideológicas. Lo aprenderemos, no porque queramos, sino porque es nuestro deber con el mundo, cuando lo logremos entre nosotros, proyectaremos; sabiduría y el único modus operandi que creará una paz mundial verdadera y duradera.
Las palabras de Herzl eran correctas. En la medida en que estemos cerca dentro del pueblo de Israel, nos acercaremos a las naciones del mundo entre sí. La razón por la que hay guerras y conflictos en el mundo de hoy, es que hay guerras y conflictos entre nosotros los judíos y particularmente, entre los judíos de Israel. No son mis palabras; son palabras de nuestros sabios a lo largo de las generaciones y las palabras de muchos pensadores que fueron considerados antisemitas por decir esas mismas palabras.
En ese sentido, Herzl fue un ser humano especial. Fue un canal por el que llegó al mundo la conciencia de que los judíos deben tener su propio Estado. Al final de su libro, también conectó nuestro regreso a la tierra física con nuestro llamado espiritual, nuestro deber de ser modelo de unidad y solidaridad, pero aún tenemos que lograrlo. Primero debemos hacerlo nosotros mismos, luego implementarlo y después explicarlo al mundo. Si somos sinceros, el mundo respaldará nuestro esfuerzo con todas sus fuerzas. Si nos mantenemos divididos y nos burlamos unos de otros, el mundo nos lastimará y nos negará la patria.
Hay voces que dicen que perdimos el rumbo y necesitamos otro Herzl. No creo que necesitemos otro Herzl; Creo que necesitamos que mucha gente apoye abiertamente el sionismo correcto, el sionismo de conexión entre judíos como ejemplo para el mundo. Necesitamos que muchos entiendan el proceso, lo acepten y actúen en consecuencia, por nuestro bien y el de la humanidad.
Lee estos libros para obtener más información sobre la obligación del pueblo judío de ser una nación modelo: Como un Manojo de Cañas: Por qué la unidad y la responsabilidad mutua están hoy en la agenda del día y La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos.
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