El profesor Ran Blitzer, jefe del Gabinete de Expertos de Israel, designado para luchar contra la Covid-19, declaró que el confinamiento ya no está funcionando. Las vacunas son efectivas, dijo, pero seguimos viendo altas tasas de infección
Junto a la batalla contra el virus, Israel se ve envuelto en otra campaña virulenta de elecciones generales, que hace que muchas de las decisiones relacionadas con la Covid, tomadas por los legisladores, tengan motivos políticos, a expensas de la salud pública. La sensación general entre muchos israelíes es que el caos político causa caos y desorientación y que los políticos luchan entre sí en lugar de contra el virus.
Pero el caos no se está apoderando sólo de Israel. Hay crisis sociales, políticas y médicas en todo el mundo. Es posible que las noticias se hayan centrado más en EUA, pues desde el verano pasado se volvieron violentas por las crecientes tensiones raciales y políticas, pero Europa está envuelta en disturbios políticos violentos y persistentes, relacionados con la Covid, también Rusia, Myanmar, con su golpe militar y muchos otros países. Incluso donde parece haber calma relativa, como en China, sólo es una fachada. Todos sufren la desaceleración económica mundial, cierres repetidos y la sensación desconcertante de que la humanidad no tiene líderes, de que todos están perdidos.
Puede parecer que las crisis no están relacionadas y que cada país lucha con sus problemas por su cuenta, pero la verdad es que todo está conectado. Peor aún, en un nivel más profundo, todo está conectado con Israel.
Y ahora que la saga en EUA se calmó un poco, el mundo centrará su atención en Israel y en los judíos y no para felicitarnos por nuestro logro al vacunar a la población israelí tan rápidamente.
Debemos entender de una vez y por todas, por qué el mundo nunca deja de culpar a Israel por sus males y por qué siente que Israel le debe algo. La raíz del pueblo de Israel no está en alguna tribu remota de la antigua Mesopotamia. Israel se unió en una nación después de que mucha gente de muchas tribus y naciones se unió bajo el liderazgo de Abraham, pues creyeron en su principio de que la misericordia y el amor por los demás, son la clave de la felicidad. Esa gente, sin tener nada en común, desarrolló un vínculo único con base en una ideología de unidad por encima de la enemistad, más que en afinidad familiar o tribal. Dado que esos extraños tuvieron que superar la profunda desconfianza y odio iniciales, el vínculo que forjaron tenía que ser igualmente fuerte. Como resultado, el vínculo que formaron fue como ningún otro y elevó a Israel a alturas que nunca antes habían existido. Ese vínculo, forjado al trascender una enemistad intensa, se convirtió en modelo a seguir para las naciones, una prueba de que podemos salvar cualquier rencor y resolver cualquier conflicto, si tan sólo exaltamos suficientemente la unidad.
Pero la conexión entre el pueblo de Israel y las naciones del mundo no está rota.
No se puede romper pues las naciones del mundo son nuestra raíz, nuestro origen. Por eso la humanidad no puede dejar de interesarse por Israel ni por los judíos. Le guste o no, se siente conectada con los judíos y nos guste o no, nosotros estamos conectados con todas las naciones del mundo.
Hoy, cuando el desorden y la desunión invaden todos los rincones del mundo, el mundo se volverá hacia Israel, incluso más rápido que antes. Israel, que alguna vez logró unir a enemigos jurados bajo la idea de que la unidad es el valor supremo, ahora le está fallando al mundo. Convertimos nuestros valores más sagrados de “responsabilidad mutua” y “amor a los demás” en meras declaraciones, lemas electorales que nadie entiende ni cree. Sin embargo, estos valores son exactamente lo que el mundo necesita, nosotros somos los que una vez lo logramos y como el mundo se siente conectado con nosotros, nos lo exige. Exige que restauremos nuestra unidad y la difundamos, compartamos el secreto de unirnos por encima del odio.
Mientras tanto, nosotros, que abandonamos nuestra unidad, nos convertimos en la gente desconfiada que éramos antes de llegar con Abraham y antes de descubrir el valor de la unidad. Queremos unirnos con las naciones del mundo, pero ellas no nos dejarán. Sólo aceptarán una cosa de nosotros: que una vez más, volvamos a ser Israel. No necesitan que seamos como ellos; necesitan que seamos Israel, que nos elevemos por encima de nuestro odio y nos unamos, para así, ser el ejemplo de que hoy es lo único que puede salvar al mundo de la miseria.
Buen día. Muchas gracias. Bendiciones infinitas 🙏