El gran comentarista del siglo XI, RASHI, escribió: «Una vez que se le da permiso al agresor para dañar, no distingue entre justos y malvados». ¿Ejemplos? Hay muchos de ellos: Hitler y el Holocausto, Torquemada (de ascendencia judía) y la expulsión de los judíos de España, Tito y la ruina del Segundo Templo y muchos otros. También ha habido otros ejemplos, aunque pocos, en los que se concedió permiso a un agresor, pero luego se le negó. Un ejemplo es la historia de Amán y el milagro que salvó a los judíos en Persia, por lo que celebramos Purim.
Al observar estos fatídicos períodos en la historia de nuestra nación, se destaca un denominador común. Antes del surgimiento de los agresores, el pueblo de Israel está particularmente dividido y a menudo, sabotea los logros de sus rivales correligionarios. Cuando eso sucede, eventualmente, un saboteador externo llega al poder y amenaza con destruir a Israel. En ese momento, sucede una de dos cosas: si el pueblo de Israel se une, se salva. Si no, sufre castigos inimaginables.
Está bien documentado que divisiones brutales envolvieron al pueblo de Israel antes de la ruina del Segundo Templo. Quizá menos conocido, pero igualmente cierto, es que ese también fue el caso antes de la ruina del Primer Templo. Más tarde, antes de su expulsión de España, los judíos españoles estaban en confusión, porque muchos se convirtieron al cristianismo (y a menudo se volvieron antisemitas), mientras que otros querían mantener su fe. Al final, el Gran Inquisidor Tomás de Torquemada, de ascendencia judía, convenció al rey Fernando y a la reina Isabel de firmar el Edicto de Expulsión, que desterró a todos los judíos de España.
Un proceso similar de división judía tuvo lugar en Europa, antes del ascenso del partido nacionalsocialista (nazi) al poder, en Alemania. Los judíos alemanes, que eran en gran parte ricos y liberales, detestaban a los judíos polacos, que en gran parte eran ortodoxos y pobres, especialmente aquellos que habían inmigrado a Alemania y tanto los judíos liberales como los ortodoxos, odiaban a los sionistas, que eran en su mayoría socialistas, si no comunistas y secular. Estos últimos, a su vez, detestaba tanto a los judíos ortodoxos como a los burgueses, como les decían a los judíos capitalistas alemanes. Cuando los nazis subieron al poder, les ofrecieron a los judíos salir de Alemania en lo que se conoció como el Acuerdo de Transferencia, donde los judíos alemanes conservarían gran parte de su riqueza, pero serían enviados a Palestina. Pero el odio de los judíos alemanes al sionismo y a la idea de un Estado judío era tan intenso, que la gran mayoría prefirió quedarse en Alemania y sortear la tormenta o irse a otro país, si era posible. Al final, sabemos, no fue posible emigrar a otro país, no sortearon la tormenta y el resto de los judíos europeos perecieron con ellos.
La única excepción famosa en la que los judíos pudieron esquivar su destino trágico, fue cuando se unieron en apoyo a la reina Ester y frustraron el plan de Amán para destruirlos. Aquí también, el plan para destruir a los judíos comenzó con la queja de Amán, de que los judíos estaban dispersos y desunidos, la salvación de los judíos llegó después de que se unieron en el último minuto.
El 3 de noviembre de 2020 marca otra fecha fatídica en los anales de nuestra nación. La división dentro del pueblo judío se hizo más profunda durante décadas y los partidos y facciones dentro del pueblo, dividieron a la nación en innumerables partes, tanto entre las dos comunidades principales, en Israel y en Estados Unidos, como dentro de esas dos comunidades. Hoy, no sólo hay una profunda división entre Israel y los judíos se EUA, sino que la mayoría de estos judíos preferirían que Israel dejara de existir por completo.
Una división tan profunda exige el surgimiento de otro agresor, de hecho, ya surgió. No importa si su nombre es Joe Biden o Barack Obama que está moviendo los hilos detrás de escena. Lo que importa es que Israel no sólo perdió a su único aliado, que resulta ser el país más poderoso del mundo, sino que ahora ese aliado se volvió en su contra.
El permiso para dañar no indica que el que hace el daño necesariamente tendrá éxito. Sin embargo, sí indica que no tenemos otra arma a nuestra disposición, que no sea nuestra unidad. No hay nada que podamos hacer para cambiar la trágica trayectoria del destino, a menos que nos unamos. La desunión siempre ha sido la razón de nuestra caída y la unidad siempre ha sido la causa de nuestros logros. Explicar por qué, está más allá del alcance de un breve artículo, pero es vital que reconozcamos este simple hecho: unidos nos elevamos, divididos caemos.
Para obtener una explicación más detallada, consulte el enlace a continuación: “La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos”.
Muchas gracias 🙏
Excelente reflexion