Hubo una vez una fuerte disputa entre David Ben-Gurión y Moshé Sharet. Sharet dijo: “¿Qué dirán las naciones?” Y Ben-Gurrión respondió: “No importa lo que digan las naciones. Lo que importa es lo que hagan los judíos”.
Estoy de acuerdo con la declaración de Ben-Gurión, pero con la condición de que los judíos realmente deseen lograr unidad. Así ninguna nación ni opinión nos importará. Daremos prioridad a nuestra unidad, por sobre todo lo demás.
Los judíos tienen la capacidad de dar al mundo la condición de vivir en unidad. Como no lo hacemos, somos odiados y nos culpan de ser malvados. Hay un sentimiento común hacia nosotros, pues albergamos algún tipo de fundamento, una fuerza que puede beneficiar al mundo, pero nos la reservamos para nosotros.
A pesar del éxito desigual de los judíos en campos como ciencia, medicina y tecnología y a pesar de la cantidad desproporcionada de premios Nobel que reciben, vemos que no despierta ningún amor especial por los judíos.
El pueblo judío necesita traer plenitud, amor y unidad al mundo, si fallamos en hacerlo, ninguna otra cosa que hagamos cuenta.
En resumen, es importante que nos unamos y con nuestro ejemplo y enseñanza, divulguemos la unidad al mundo, para que todos sepan que, su buen futuro depende de la unidad. Y en la práctica, todos seremos testigos de lo que es ser “luz para las naciones”.
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