Israel, al parecer, va a por otras elecciones generales, en lo que parece ser una serie interminable. No es que las campañas den resultados muy diferentes, pero el estancamiento político parece dejar a los políticos sin otra opción que ir de unas elecciones a otras, sabiendo que no resolverán nada. Y es cierto, no resolverán nada, porque cuando los políticos buscan separación para tener su pedazo del pastel, nada se resuelve. Sólo cuando llegue un líder que realmente quiera unir a todo el pueblo, Israel saldrá del impasse.
Desde su inicio, Israel adoptó la versión del sistema parlamentario británico e intentó ajustarlo en el nuevo país. Pero lo que funciona para otras naciones, no funcionará para nosotros.
Así como en la antigüedad, la ley judía era fundamentalmente diferente de la de sus vecinos, ahora debemos nutrir un sistema que sirva a nuestro propósito de ser una nación soberana.
Israel se formó de parias de varias naciones y tribus. Estos náufragos rechazaron sus creencias y tradiciones y se unieron al grupo de Abraham, cuando lo estableció con base en el principio de unidad por encima de las diferencias. Abraham sostuvo que, aunque todos somos diferentes y aunque albergamos odio entre nosotros, debemos cultivar un elemento de misericordia y coronarlo como nuestra meta principal. Por eso Abraham simboliza la cualidad de misericordia.
Abraham no negó el odio entre los miembros de su grupo, pero hizo énfasis en que sólo si construimos por encima de él, la cualidad de misericordia, construiremos una nación fuerte. Siglos más tarde, el rey Salomón formuló este principio de manera sucinta cuando dijo: “El odio suscita contiendas y el amor cubrirá todas las transgresiones” (Proverbios 10:12).
El liderazgo de Israel siempre buscó unidad, no división. La Mishná (Sanedrín 4: 3) escribe que «El Sanedrín era como un semicírculo para que todos se vieran». El libro Likutei Halajot explica estas palabras: “Amor es principalmente que se vean entre ellos, porque no podían tolerar dejar de ver a su amigo. … La vitalidad está principalmente en la paz y el amor entre Israel, es decir que se vean unos a otros. … Este es el significado de lo que dijeron nuestros sabios, ‘compañía o muerte’, porque la vitalidad está principalmente en el amor a los amigos… pues cuando no hay amor y hay separación, es imposible recibir vitalidad, eso se considera muerte… porque la separación entre unos y otros, se considera muerte «.
Ese fue el sistema de gobierno de nuestros antepasados. Si lo comparamos con nuestro sistema actual, podemos ver lo lejos que estamos de donde deberíamos estar.
Israel no tiene lugar entre las naciones a menos que funcione de la forma que pretendía Abraham. Si no lo hacemos, las naciones se vuelven contra nosotros, como lo han hecho tantas veces antes y, nos obligan a unirnos. Pero la unidad temporal sólo nos dará descanso temporal. Si queremos resolver los problemas de Israel, tenemos que funcionar como una nación espiritual, como se supone que debemos funcionar: una nación que difunda la luz de la unidad por encima de las diferencias y que se convierta en «luz para las naciones».
En el sistema actual, seguiremos discutiendo hasta que comencemos a pelear físicamente. Antes de la caída del Segundo Templo, los romanos sitiaron Jerusalén y esperaron a que, en el interior, los judíos se mataran entre sí y facilitaran su conquista. Al no darnos cuenta de por qué estamos aquí ni de qué debemos hacer y al insistir en que sólo nosotros tenemos razón y ellos están equivocados, en lugar de tratar de forjar unidad por encima de nuestras diferencias y odio, nos estamos haciendo lo que nuestros antepasados se hicieron en aquel momento. Es claro, nada bueno saldrá de esto.
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