Cuando examinas cómo republicanos y demócratas tratan a Israel, es fácil notar la diferencia: los republicanos palpablemente están a favor de Israel, mientras que los demócratas le dan la espalda. Nosotros, en Israel, podemos sentir su actitud como un reflejo de sus «sentimientos», pero no existe tal cosa en la política. En verdad, ni los políticos republicanos ni los demócratas se preocupan por Israel; si fuera por ellos, casualmente nos patearían al mar Mediterráneo.
Lo que los políticos quieren es ser reelegidos y para eso, deben satisfacer los gustos de su electorado. Si sus votantes favorecen a Israel, también lo harán sus mensajeros en la Cámara de Representantes. Si a sus votantes no les gusta Israel, tampoco les gustará a sus representantes.
Además de lo anterior, hay una persona en la Casa Blanca con una verdadera agenda cuando se trata de Israel: Barack Hussein Obama. Él es quien mueve los hilos en la administración actual, el título Biden-Harris es sólo una fachada. El odio de Obama hacia Israel tiene motivos religiosos, geográficos y políticos. No debemos hacernos ilusiones sobre esto.
Sin embargo, Israel no está indefenso. Es posible que no podamos cambiar la opinión de los políticos sobre Israel, pero podemos cambiar la opinión de sus votantes y eso es lo que realmente cuenta. Si nosotros, en Israel, nos unimos por encima de nuestras (incontables) diferencias, disolveremos el odio que el mundo siente actualmente hacia nosotros. Los ojos del mundo están siempre puestos en Israel, a menudo incluso más que en sus asuntos domésticos. La gente siente que lo que pasa aquí le afecta personalmente. El odio que nos mostramos se irradia en el mundo y sus ondas encienden conflictos y guerras en todas partes. Por eso, los que odian a los judíos culpan a Israel y a los judíos por causar todas las guerras. Realmente no creen que empecemos las guerras en todo el planeta, pero sienten que es nuestra culpa.
Y la verdad es que tienen razón. Iniciamos guerras cuando peleamos entre nosotros. El mundo nos pone atención constantemente; proyectamos odio; el mundo absorbe el odio que proyectamos y, el odio inicia las guerras. Creemos que el mundo se olvidó de la «tontería» de esa obligación bíblica de Israel, de ser «luz para las naciones» y el mundo también puede no pensar en ello conscientemente. Pero de hecho, el mundo siempre nos observa, siempre examina cada uno de nuestros movimientos y siempre nos juzga con un estándar más alto de lo que juzga al resto de las naciones, porque espera que seamos esa «luz para las naciones».
Las acciones no están determinadas por las palabras de la gente, sino por sus sentimientos. Sienten que nosotros, los judíos en general e Israel en particular, somos la fuente de los problemas. La única forma en que podemos dejar de ser una carga y una amenaza a los ojos del mundo es, restableciendo la unidad que nos convirtió en nación, si dejamos de proyectar odio, se detendrá la corriente de odio que amenaza con ahogar al mundo. Quizá no deseemos unirnos con nuestros hermanos, pero no podemos decir que no hay nada que podamos hacer contra el odio a los judíos. De hecho, somos la única nación de la Tierra cuyo destino está en sus propias manos.
Para obtener más información sobre este tema, consulte mi última publicación, La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos.
Muchas gracias 🙏