El doctor Jordan B Peterson, personalidad en los medios canadienses, psicólogo clínico, autor y profesor emérito de la Universidad de Toronto, se describe a sí mismo como «clásico liberal británico». Los medios de comunicación suelen calificarlo de conservador. Sea como fuere, sus palabras, a un público de 3,000 personas en el Centro Internacional de Convenciones de Jerusalén, no deberían caer en oídos sordos, porque cuando dice con energía: «Tienen una tremenda responsabilidad moral» y «muestren al mundo cómo podría ser la ciudad santa, porque lo necesitamos», deberíamos entender que habla en nombre de miles de millones y que la responsabilidad recae sobre nosotros.
Hace algunas semanas, en un acto organizado por el Daily Wire en Jerusalén, Peterson dijo: “El mundo observa, bajo un tremendo asalto de críticas adversas -a este pequeño y diminuto pueblo en medio de la tierra de nadie- como modelo cardinal del Estado-nación y la ciudad en la colina. Tienen una enorme responsabilidad moral, tal vez la han tenido toda su historia, por razones muy difíciles de entender”..
El problema es que lo que los no judíos sienten por Israel y por los israelíes, nosotros nos negamos a admitirlo, porque ellos simplemente expresan lo que sienten, pero nosotros tenemos que responder a esas emociones. Ser responsable de los problemas del mundo es una carga muy pesada, Es muy comprensible que nos neguemos a admitirlo y nos esforcemos por negarlo o por asimilarnos entre las naciones. Pero es claro que las naciones no nos permitirán hacer ninguna de las dos cosas.
Llevamos siglos lamentando nuestro destino; hemos escrito libros e incluso titulamos uno de ellos, Israel, el pueblo siempre moribundo. Sin embargo, cuando se trata de hacer lo que debemos hacer, ser «luz brillante en la colina», como dijo Peterson, le damos la espalda a nuestra misión y nos culpamos mutuamente del odio que viene contra nosotros.
La obligación que eludimos es nuestra misión para con los demás, unirnos «como un hombre con un corazón» y convertirnos en el «modelo cardinal» que Peterson y el resto del mundo quieren ver. No necesitan nuestra industria de alta tecnología ni nuestras armas sofisticadas . Necesitan nuestro único y auténtico sistema moral, el que se estableció con base en el amor a los demás. Sólo si formamos nuestra sociedad en Israel, sobre este valor, nos ganaremos la aprobación del mundo.
El mundo lo anhela. Algunos nos lo pedirán amablemente, como lo hizo Peterson. Otros lo exigirán con violencia. En cualquier caso, no tendremos paz ni tranquilidad, hasta que demos al mundo el ejemplo de unidad y solidaridad que debemos.
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