En el artículo anterior, describimos el tiempo de Israel en Egipto, que prosperó cuando estuvo unido bajo el liderazgo de José y que, a su muerte, se asimiló y eso volvió a los egipcios en su contra. En este artículo, exploraremos los esfuerzos de Moisés para reunir al pueblo atormentado y esclavizado, rescatarlo de sus opresores y sacarlo de Egipto. También mostraremos que tan pronto como se unieron y fueron redimidos, se les asignó la tarea de ser «luz para las naciones», es decir, transmitir su unidad al resto del mundo.
A pesar de que su situación en Egipto empeoraba, Israel no se unió hasta que llegó Moisés y comenzó a reunirlo, y entonces finalmente, pudieron escapar del gobierno del faraón.
Una vez fuera de Egipto, al pie del monte Sinaí, el pueblo de Israel cristalizó su unidad, hasta el punto de convertirse en uno. Por eso, RASHI el gran comentarista del siglo XI, lo describió como «un hombre con un corazón». Ese nivel de unidad era el requisito para que el conjunto de extraños que se unieron al mensaje de Abraham, fueran «oficialmente» declarados, nación. Allí, al pie de la montaña, fue el nacimiento de la nación de Israel. El ejemplo de desunión y esclavitud versus unidad y redención, que los hebreos habían vivido en Egipto, iba a ser una lección para que mantuvieran su unidad, sin importar lo intenso que fuera se egoísmo. Como veremos a lo largo de esta serie, el vínculo entre la desunión y la adversidad no se ha roto desde entonces. Lamentablemente, tampoco se ha aprendido la lección.
Cuando Moisés unió al pueblo de Israel, su intención no era la de unirlo por su propio bien. Así como Abraham quiso unir a todos los babilonios, pero se tuvo que conformar con los que le siguieron, Moisés quería ayudar al mundo -no sólo a los israelitas- a encontrar la unidad.
De acuerdo con el deseo de Moisés de difundir la ideología de la unidad a la humanidad, justo después de que el pueblo de Israel fue declarado nación, se le asignó la tarea de ser «luz para las naciones» (Isaías 42: 5, Isaías 49: 6), es decir, difundir esa unidad. En El comentario de RAMJAL sobre la Torá, el gran cabalista del siglo XVIII escribió: “Moisés deseaba terminar la corrección del mundo en ese momento. Por eso tomó a la multitud mixta, pensó que así sería la corrección del mundo … Pero, no lo logró por la corrupción que se dio en el camino”.
Similar a RAMJAL, en el siglo XIX, Isaac Hever Wildman escribió en su libro Beit Olamim, «Esa fue la oración y bendición de Moisés para la generación del desierto, que sería el inicio de la corrección del mundo».
En el libro Maor VaShemesh se escribieron palabras aún más asombrosas con respecto al propósito de establecer al pueblo de Israel: “‘Que Él te establece hoy como Su pueblo’ significa que así tendrás un renacimiento, serás salvado de todas las calamidades. Después les dijo: ‘Pero no estoy haciendo este pacto sólo contigo’, es decir, que ser salvado de cualquier daño con la unidad, no se prometió sólo a la generación de Moisés. Sino, ‘con todos los que están aquí con nosotros hoy … y con los que no están con nosotros hoy, aquí’, es decir, a todas las generaciones futuras se les prometió pasar por todos los golpes del pacto, pero que no serán dañadas si hay unidad y vínculo entre todos».
Por eso, vemos que el nivel de unidad en Israel, el destino del pueblo y el destino del mundo, han estado vinculados desde el mismo inicio de la nación. Ese vínculo inquebrantable está en la raíz de todos nuestros problemas, como veremos en el resto de esta serie.
El próximo artículo analizará los eventos que llevaron a la división del pueblo de Israel en, Reino de Israel y Reino de Judá y la corrupción que llevó a la ruina del primer Templo.
Para obtener más información sobre este tema, consulta mi última publicación, La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos.
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