La saga de esta semana en torno a los fondos para la financiación de la Cúpula de Hierro, que protege a los ciudadanos israelíes de los cohetes de Hamas, no debería sorprendernos. Gran parte de la prensa intentó retratar la financiación como iniciativa de unos pocos liberales de izquierda, dentro del Partido Demócrata y nada más. Pero es mucho más que eso, ya que la fuerza real detrás del impulso hacia una política antiisraelí está en la mayoría de los judíos de EUA, que ven a Israel como un obstáculo para sus esfuerzos por disolverse más allá del reconocimiento en la sociedad de EUA.
Cada vez menos hilos conectan al Estado de Israel con los judíos de la diáspora. Los judíos fuera de Israel desean asimilarse a la población en general y el deterioro del estatus internacional de Israel, a menudo les hace «toman la culpa” por los crímenes de Israel que perciben. De muchas formas, sienten que involuntariamente, se vuelven embajadores del Estado judío, aunque no quieren tener nada que ver ni con el Estado ni con el judaísmo. No es de extrañar que estén resentidos con Israel y quieran demostrar su alienación.
De hecho, si algo los mantiene judíos, es la única causa que ha mantenido unidos a los judíos durante dos milenios: el odio a los judíos. En 2005, cuando hablé en Hillel San Francisco y advertí a los judíos sobre el aumento del antisemitismo, se burlaron de mí. Pensaron que estaba delirando. En noviembre de 2014, cuando hablé sobre el aumento del antisemitismo en EUA, en la Conferencia Inaugural de la IAC en DC, aún no lo creyeron, aunque no fueron tan arrogantes y displicentes como antes. Hoy, están quitando las Mezuzot de su puerta para evitar ser reconocidos como hogares judíos. Hoy, ya no confían en que el Holocausto nunca regrese. Y para asegurar su futuro, quieren deshacerse del Estado de Israel, el último recordatorio de su judaísmo, así lo ven.
Pero el antisemitismo no comenzó cuando se estableció el Estado de Israel. Precisamente, abolir el antisemitismo, fue la causa para establecer el Estado de Israel. Si bien no sucedió, abolir el Estado de Israel no abolirá el antisemitismo; nuestra historia de 3,500 años desde Egipto lo demuestra.
Si queremos acabar con el antisemitismo, debemos adoptar un enfoque completamente nuevo. En lugar de ocultar nuestra identidad y tratar de mezclarnos con el entorno, como animales perseguidos que buscan camuflarse, debemos afirmar nuestra identidad judía y estar a la altura de nuestro legado.
Nuestra nación es única y también lo es su misión en el mundo. La nación judía tiene en su interior, representantes de todas las naciones que existían en la antigüedad, alrededor de Babilonia, Egipto e innumerables otras naciones del Cercano y Medio Oriente. En esos días, se reunieron en torno a un individuo único que presentó una idea novedosa al mundo: compasión y cuidado a los demás. Su nombre era Abraham, el padre del judaísmo, el cristianismo y el islam.
La gente que se acercó a él no se conocía ni se quería entre sí. Se unió sólo porque estaba de acuerdo con la idea de su maestro, de que la forma correcta de vivir, es con amor mutuo en lugar de odio. El odio no se puede reprimir ni eliminar; es la naturaleza humana. Pero, podemos superarlo aumentando la importancia de amar a los demás y la responsabilidad mutua. Esto es lo que Abraham enseñó a sus alumnos; esto es lo que legó a sus hijos y esto es lo que ellos enseñaron a sus propios hijos.
Al hacerlo, Abraham y sus descendientes crearon una nación cuyo lema era “Ama a tu prójimo como a ti mismo” y cuya misión era transmitir al mundo su método de unidad por encima de la división. En palabras de la Torá, el deber de los judíos, una vez que alcanzaran la nacionalidad, era ser «luz para las naciones».
Desde entonces, cuando los judíos se unieron, prosperaron y fueron bienvenidos por todos. Cuando se pelearon entre ellos y se odiaron, se convirtieron en parias y el mundo envió opresores despiadados para castigarlos.
Pero los judíos, en lugar de reconocer sus errores, condenaron a las naciones por su crueldad y lamentaron la pérdida de su libertad y soberanía. En lugar de darse cuenta de que lo único que tenían que hacer era restablecer su unidad, trataron de esconderse y volverse invisibles entre las naciones y, castigaron a cualquier judío que defendiera la unidad.
Hasta hoy, aún no entendemos que nuestro destino está en nuestras manos. Mil millones de dólares más o, menos, no crearán una cúpula protectora sobre nosotros. Si queremos una protección duradera y eficaz, la encontraremos sólo en nuestra unidad. No nos protegerá de los misiles; pero, con amor, abrirá los corazones de las naciones hacia nosotros.
Si nos amamos, el mundo nos amará. Si nos odiamos, el mundo nos odiará.
Para obtener más información sobre este tema, consulta mi libro “Como un Manojo de Cañas: Por qué la unidad y la responsabilidad mutua están hoy en la agenda del día”
Buen día 🙏 muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🙏🙏