Aún no hemos vencido al coronavirus. Sabemos muy poco acerca de cómo funciona, cómo se transmite y qué pasos podemos tomar para facilitar el bloqueo sin volver a encender la mecha. Al mismo tiempo, es claro que necesitamos reabastecer nuestras necesidades como alimentos y otros bienes básicos, por lo que no podemos mantener un bloqueo completo por mucho más tiempo. Es un dilema difícil: los gobiernos están tratando de elegir el menor de todos los males, pero ninguna opción es buena. A medida que se alivie el cierre, los ciudadanos debemos tener más precaución, ya que somos nosotros los que pagaremos el precio.
El problema con el nuevo coronavirus es que su impacto va mucho más allá de la crisis médica que creó. Incluso va mucho más allá del colapso económico que impuso a este mundo desprevenido.
El impacto del coronavirus es ante todo social: está desatando el tejido mismo de la sociedad. El distanciamiento social obligatorio crea distancia emocional; soledad y depresión aumentan, igual que las tensiones domésticas, eso lleva a la violencia. El COVID-19 enferma nuestro cuerpo, pero también expuso nuestra lejanía emocional.
El distanciamiento social no es nada nuevo en nuestra sociedad posmoderna. Durante mucho tiempo hemos lamentado la alienación que nos causó nuestra inmersión en las redes sociales, en nuestro teléfono, descuidando la comunicación social con nuestros amigos y familiares en el mundo real y físico. Sin embargo, mientras estábamos cerca físicamente, podíamos decirnos que no estamos muy lejos. Ahora que estamos físicamente separados, buscamos la cercanía en nuestro corazón, sólo para descubrir que no hay nada allí. Esta es la parte más dolorosa del virus: la revelación de que estamos solos, que nuestro corazón está vacío y que el corazón de los que pensamos que nos amaban, está en blanco.
Apreciar la verdad
La verdad duele, siempre lo hace. Pero también lo hace la curación. Es imposible reparar lo que no sabemos que está roto. Ahora, sabemos que nuestras conexiones están rotas, los cables frágiles que aún resistían el aislamiento causado por las redes sociales, se rompieron y el sonido desgarrador de su ruptura nos obliga a reconocer que estamos solos. A partir de aquí, cuando estamos en el fondo, podemos comenzar a subir. A partir de aquí, podemos comenzar a construir una sociedad nueva y sólida. La verdad duele, pero es esencial si queremos vivir en un cuerpo sano, una mente sana y una sociedad sana.
Si queremos aprovechar al máximo la prueba que recibimos, no debemos perder un minuto. Debemos saber del nuevo mundo que surgió. En el nuevo mundo, la riqueza no tiene sentido, si no se puedes presumir. La carrera es inútil si hay tanta gente en casa, desempleada o fuera del mercado laboral. Los puestos de poder tampoco tienen sentido, cuando tanta gente trabaja desde su casa o no trabaja en absoluto.
Lo único que nos queda somos nosotros mismos. Tenemos una familia y tenemos amigos. Viven con nosotros en nuestro hogar o están a sólo una llamada de distancia. El virus nos arrancó todo, excepto las cosas que realmente importan. Pero sólo ahora fuimos despojados de las distracciones podemos realmente verlos.
El virus no está aquí para eliminar la raza humana. Está aquí para mostrarnos lo que hemos perdido durante décadas, de lo que hemos estado ajenos durante tanto tiempo en que nos olvidamos de que están aquí: nuestros seres queridos.
El virus nos brinda cercanía suficiente como para reconstruir nuestras conexiones y hacerlo de forma adecuada, con base en cuidado y responsabilidad mutuos. Al mismo tiempo, nos mantiene a distancia adecuada para evitar que, una vez más, caigamos en el pozo de la explotación y las luchas de poder.
El nuevo coronavirus es un maestro inquebrantable, pero somos estudiantes insubordinados. Mientras más cooperemos, más amable será con nosotros. Baal HaSulam, padre de mi maestro, escribió que la naturaleza es como un maestro hábil, «nos castiga de acuerdo con nuestro desarrollo». Seamos lo suficientemente sabios como para comprender las señales que la naturaleza nos da, y lograr en nuestra sociedad una conexión positiva y de apoyo y no forzar a la naturaleza a administrarnos con retribuciones más severas.
Toda una filosofía… además de ser mi lección de vida para el presente día.
Solo el amor , la conexion de corazon con nuestros semejantes , saber que mis actos incorrectos podran llenar mi necesidad , pero de tendremos que preocuparnos hasta donde llegara su efecto contrario a los demas ..esto es lo que tenemos que trabajar , somos uno solo .dependo de todos y todos dependen de mi….
Me parecen muy ciertas sus indicaciones.El coronavirus vino a mostrarnos el abuso que nosotros hemos cometido con la naturaleza y a mostrarnos que hemos descuidado a nuestras familias. Pero también que estamos a tiempo de cambiar nuestro mundo si damos amor y ayuda a todas las personas.