Últimamente, parece que China está corriendo a toda velocidad y simultáneamente en todas direcciones. En las últimas semanas, mandó una sonda a la luna, fabricó y está preparada para enviar millones de vacunas superando a Pfizer y Moderna, enfrentó a Australia por el control del Mar de China Meridional e informó que está construyendo un enorme portaaviones de los que pueden cambiar las reglas del juego en el ámbito mundial. Además, está en constante conflicto con Estados Unidos por supuestos intentos de interceptar información y, Steven Myers y Keith Bradsher de The New York Times informan que,»el líder de China, Xi Jinping, está siguiendo una estrategia para hacer que la economía del país sea más autónoma y que otros lugares dependan más que nunca de ella».
¿Cuál es la prisa? ¿Por qué de repente es tan importante que China se apodere del mundo? Bueno, podríamos ofrecer varias razones políticas, sociales y económicas por las que China se esfuerza por pasar de ser una potencia regional y una superpotencia económica a ser una superpotencia militar con influencia en lugares mucho más allá de su región. Sin embargo, hay una razón más simple y verdadera: es el momento de China.
Así como todo bebé recién nacido se convierte en niño y luego en adulto, también lo hacen los países.
China creció y como todo adulto, quiere poder y riqueza. Después de milenios de aislamiento, China surgió el siglo pasado como un gigante dormido que acaba de despertar. Ahora está despierto y quiere su parte, su respeto y su voz en el mundo.
Sin embargo, a diferencia de otros países que despertaron, no veo a China como un peligro inmediato. No implica que no pueda serlo, pero no veo que una amenaza inmediata venga de China.
Además, la humanidad atraviesa actualmente una crisis sin precedentes de desintegración de la sociedad y de la civilización humanas. Se ha desarrollado durante años, pero la Covid-19 aceleró y exacerbó la crisis hasta el punto en que los países no pueden seguir el ritmo, la desilusión de la gente con las autoridades, el capitalismo, el consumismo, la competencia interminable, las tasas de depresión en alza y la insatisfacción generalizada con la vida, esto ha invadido a todas las familias. Las recientes elecciones presidenciales en EUA son sólo una demostración de lo que vendrá en muchos más países en un futuro muy cercano.
Por eso, el problema más urgente de la humanidad no es China, sino la desconexión de la gente.
China absorbió los logros y las dolencias que la humanidad ha acumulado durante eones, en tan solo unas pocas décadas. Si la humanidad restaura las conexiones humanas y reconstruye la sociedad rota en la que se convirtió Occidente, China también lo absorberá y naturalmente, cambiará el rumbo, de construcción de portaaviones a algo mucho menos amenazante y más acogedor.
China tiene una muy buena relación con Israel y lo veo como una gran oportunidad. Dado que dar ejemplo de unidad es el objetivo y la misión principal de Israel en el mundo, si logramos unidad interna, nuestras buenas relaciones con el pueblo chino ayudarán a seguir el ejemplo.
Actualmente, varios países vienen a Israel a comprar nuevas tecnologías e implementarlas en su país, recientemente, incluso países árabes. Si logramos unidad, los países estarán aún más felices de implementarla. En la trayectoria actual del mundo, la unidad se convertirá muy pronto en el bien más requerido.
Por eso, veo el asombroso ascenso de China como una señal más de que nosotros, Israel, debemos apresurarnos y unirnos, para que podamos ser modelo de la mercancía más requerida y para que el poder que ahora tiene la República Popular de China no vaya en la dirección equivocada.
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