Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Al borde de la ruina

judíosEl pasado 14 de diciembre, fue el día 10 del mes hebreo de Tevet. Ese día de 587 aEC, comenzó el asedio de Jerusalén por Nabucodonosor II, rey de Babilonia y culminó con la destrucción del Primer Templo y el exilio en babilonia, del pueblo judío. Las fuentes judías, sin embargo, no atribuyen la caída al rey de Babilonia, sino a conflictos sangrientos internos, calumnias, intrigas y otras formas de abuso mutuo. Setenta años después del exilio, regresamos a la tierra, reconstruimos el Templo, pero dejamos que el Segundo Templo cayera una vez más por la misma razón: nuestro odio mutuo.

Hoy, una vez más, somos soberanos de Israel y una vez más, estamos luchando entre nosotros. No físicamente, todavía, pero definitivamente estamos luchando y el odio, cada vez es más fuerte.

Los judíos religiosos odian a los judíos seculares y al revés; la derecha odia a la izquierda y al revés; los judíos asquenazíes no pueden soportar a los judíos sefardíes y al revés; y cada día surgen nuevas divisiones. El odio que destruyó dos Templos también destruirá nuestro frágil país. Estamos al borde de la ruina.

Así como culpamos a Nabucodonosor por la destrucción del Primer Templo y al general romano Tito por la destrucción del Segundo Templo, hoy culpamos a Irán, a la ONU y a una multitud de otros países y organizaciones hostiles por nuestros problemas. Pero, así como nuestros propios sabios atribuyeron nuestra ruina sólo a nuestra división, la caída que se acerca hoy, del Estado de Israel, está sucediendo exactamente por la misma razón.

Si queremos evitar un destino similar al que ya hemos tenido dos veces, debemos ver la causa común: el odio interno. Debemos reconocer que nuestra fuerza radica, ante todo, en nuestra unidad y lo demás, incluido el poder militar y la tecnología sofisticada, es complemento del elemento esencial: la unidad.

Nuestra vocación, nuestra tarea como nación, no ha cambiado desde nuestros inicios. Desde el primer día, nuestra misión ha sido unirnos por encima del odio que siempre ha habido entre nosotros y al hacerlo, daremos ejemplo al mundo. Cuando estábamos divididos, los gobernantes extranjeros nos vencieron y nos atormentaron. Cuando estábamos unidos, estábamos a salvo y éramos bienvenidos entre las naciones.

Podemos pensar en nosotros como una «nación emprendedora» o creer que somos fuertes debido a nuestro poder militar y ventaja tecnológica. Sin embargo, las guerras se ganan con espíritu, no con computadoras y cuando se trata de espíritu, no tenemos ninguno. No creemos en nuestra causa, no entendemos lo que significa ser «luz para las naciones», dar ejemplo de unidad y no tenemos ningún deseo de aprenderlo. Somos obstinados y arrogantes y no hay nada más paralizante que la arrogancia.

Si no despertamos ahora y no entendemos nuestra tarea, será muy difícil y doloroso hacerlo más tarde. En algún momento será demasiado tarde para darnos la vuelta, el país se arruinará, su gente se exiliará y el mundo entero sufrirá porque Israel no reconoció su misión

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Publicado en: Judíos, News

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