En tiempos como estos, realmente podemos sentir que Abraham fue un revolucionario. Hace casi 4,000 años, descubrió que, sólo hay una fuerza que crea y gobierna toda la realidad. En un momento en el que sus compatriotas estaban en desacuerdo, se mataban en las pendientes condenadas de la Torre de Babel, les dijo que sólo hay una fuerza que gobierna el mundo, la fuerza de unidad y que, si la emulamos, también nosotros seríamos como uno. La gente se rio en su cara y siguió discutiendo. Cuatro milenios después, seguimos igual. Pero al final, aún hay una sola fuerza y a menos que la emulemos, sufriremos durante quién sabe cuántos milenios más.
Precisamente cuando estalla el odio, debemos recordar que sucede para que lo superemos y exijamos conexión, como lo hizo Abraham, exigir que el amor reine por sobre el odio. Por supuesto, somos mortales y no podemos elevarnos por encima de nuestro odio. Pero, no elegimos ser así y no se supone que podamos cambiar. La fuerza que creó y sostiene la realidad la creó corrupta y odiosa y sólo esa fuerza puede volverla amorosa.
Ya se hizo varias veces antes, cuando el pueblo de Israel se unió al pie del monte Sinaí «como un hombre con un corazón» o cuando el rey Salomón dijo: «El odio suscita contiendas, pero el amor cubrirá todas las transgresiones» (Proverbios 10:12). La única victoria que necesitamos es cubrir el odio con amor.
Si no podemos acudir al Creador y pedirle que nos corrija, podemos y debemos pedirle que nos dé el deseo de pedírselo. Sobre esto está escrito: «Pon en nuestro corazón entendimiento, para que podamos razonar y saber escuchar, aprender y enseñar Tu ley con amor» (de la oración hebrea Shemá).
La difícil situación que se presentan entre nosotros en estos tiempos fatídicos, no es para que discutamos como niños. Suceden para que nos volvamos hacia la única fuerza en la realidad, el Creador y le pidamos que nos haga a todos, como uno, iguales a Él.
La aspiración a la unidad viene de la raíz más alta de la creación, desde su mismo origen. La idea de que ser uno es la solución a nuestros problemas y así, llegará un estado más feliz, porque, de hecho, es nuestra raíz y cuando somos uno, lo único que habrá será paz y plenitud.
Por lo tanto, todos los estados de separación y división son señales para hacer que nos conectemos y unamos un poco más. Ahora que se ha expuesto el gran odio, es hora de hacer grandes esfuerzos para unirnos. Si oramos por la resolución de los problemas de todos los pueblos del mundo, detendremos los duros decretos que aquejan al mundo. Si ponemos la conexión por encima de la separación y el amor por encima del odio, cubriremos nuestros transgresiones con amor y sanaremos las heridas de la humanidad.
Sento il bisogno di prepararmi ad aiutare a salvare l’umanità, prima di scusarmi per aver osato credere in questo modo, mi dispiace. shalom