Tras el fallecimiento de Alfred Nobel en San Remo, el 10 de diciembre de 1896, el inesperado establecimiento de un premio especial de la paz bajo su nombre, despertó mucho interés. Alfred Nobel reescribió su testamento para donar más del 90 por ciento de las ganancias de su vida. para crear el símbolo de respeto y honor para aquellos que contribuyen a la paz y mejoramiento de la humanidad, símbolo que ahora se conoce como Premio Nobel de la Paz.
Aunque, la reputación de Alfred Nobel estaba estrechamente ligada a la destrucción masiva: inventos, diseñados para la guerra, el más conocido fue la dinamita. De hecho, además de desarrollar cohetes, cañones y pólvora progresiva, quería crear una máquina tan poderosa que hiciera imposible la guerra, por sus efectos devastadores. Creía que el poder destructivo de las armas, potencialmente, podría terminar la guerra más rápido, que hacer la paz.
Nobel no vivió lo suficiente para presenciar la Primera y la Segunda Guerra Mundial, donde sus teorías fueron refutadas de forma muy radical. Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos qué sucedió al final de su vida, para que invirtiera tanto en una causa relacionada con la paz.
Algunos argumentan que la larga correspondencia de Nobel con Bertha von Suttner, austriaca defensora de la paz, reconocida por su novela contra la guerra ¡Abajo las armas!, permitió a Nobel profundizar en sus pensamientos sobre la guerra y la paz, dio forma a sus creencias e influyó en el establecimiento del premio de la paz que lleva su nombre. Otros, como Albert Einstein, afirmaron que, con el Premio Nobel de la Paz, Nobel quería limpiar su nombre y aliviar su culpa. De hecho, Nobel reescribió su testamento justo después de que, en 1888, muriera su hermano Ludvig y un periódico francés publicó accidentalmente un obituario de Nobel que se refería a él, como el «mercader de la muerte que hizo una fortuna al encontrar formas de matar a más gente y más rápido que nunca».
Aunque sólo podemos especular sobre sus motivos, vemos que, en este mundo, la opinión pública se puede comprar fácilmente. Hoy la mayoría de la gente conoce a Alfred Nobel sólo por su contribución a la paz. la oscuridad de su pasado, se pasa por alto en gran medida. Desafortunadamente, el dinero habla y si puedes pagar unos pocos millones de dólares, la opinión pública puede cambiar. También así se compran los medios de comunicación.
Recuerdo que en 2006 hablé en el World Spirit Forum en Arosa, donde se reunieron algunos de los más grandes pacifistas del mundo, con la esperanza de crear un cambio positivo. En ese entonces dije que la opinión pública tiene el poder de dictarlo todo. Si creamos una opinión pública que honre sólo a aquellos que se dedican a retribuir a la sociedad y hacer buenas obras, el mundo podrá cambiar lentamente. Todos escucharon atentamente y estuvieron de acuerdo. En ese momento, aún tenía la esperanza de que el mundo pudiera cambiar, pero hoy estas palabras parecen ingenuas.
Desde entonces, el mundo se ha deteriorado aún más. La humanidad ha sido consumida por el ego exagerado. Nos dirigimos muy rápido a un callejón sin salida. Los problemas seguirán escalando. ¿Tendremos que enfrentar crisis tan terribles donde perdemos todo lo que tenemos, incluso a nuestros hijos y nietos, para empezar a buscar otro camino?
Depende de nosotros.
La gente debe entender la necesidad de un cambio serio. El cambio seguirá viniendo desde arriba de nuestro razonamiento e intelecto, pero hasta que estemos preparados. Cuando veamos que nos acercamos a un callejón sin salida y tomemos la decisión de cambiar el camino egoísta, vendrá la salvación. Aún espero que suceda rápido y sin problemas, esa es una de las razones clave por las que invierto tanto en enseñar y difundir la sabiduría de la conexión. Si Alfred Nobel tuvo ese cambio de opinión, otros también pueden tenerlo.
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