Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Aún hay muchos judíos que esconden su verdadera identidad?

judíos identidadSi nos preguntan cuál es el mayor peligro para el pueblo judío, podemos tener varias respuestas, desde el antisemitismo hasta la asimilación. Sin embargo, una que no se puede pasar por alto es, la pérdida de la identidad judía.

Muchos judíos no entienden el sentido de preservar su identidad, cuando sienten que, por ser judíos, se enfrentan a la hostilidad de su entorno. Imaginemos a un francés que no quiere ser francés y prefiere ser español o inglés, para que lo quieran más. Sólo en la nación judía existe un fenómeno así, en el que se prefiere a otras naciones por encima de la propia.

Henry Kissinger, exsecretario de Estado de EUA es ejemplo de un judío que, abiertamente renegó de sus raíces. Un artículo publicado por Forward cuestionó el historial de Kissinger en asuntos judíos, pues, incluso se burló de quienes defendían a los judíos. El artículo afirmaba que: «Aunque aceptaba honores de organizaciones judías, en su forma de comportarse y hablar, alejaba a sus compañeros judíos». El exdiplomático dijo: “Si no fuera por el accidente de mi nacimiento, sería antisemita” y agregó: “Cualquiera que haya sido perseguida durante 2,000 años debe estar haciendo algo mal”.

La primera decisión de Kissinger, como Secretario de Estado, fue cancelar el procedimiento estándar que permitía a los empleados judíos del Departamento de Estado. observar las festividades de Rosh Hashaná y Yom Kippur. Por esta y otras acciones hacia los judíos,, el rabino Norman Lamm, de la Universidad Yeshiva lo desautorizó públicamente, en diciembre de 1975, cuando escribió:

«Desvinculémosnos abiertamente de Kissinger. No quiere ser parte de nuestro pueblo ni de su historia ni de su destino ni de su sufrimiento ni de su alegría. Que así sea. Nunca más en conversaciones ni en publicaciones, hagamos referencia a la identidad judía de ese hombre… Un hombre que ‘olvida’ a millones de compañeros que sufrieron, pierde el derecho moral de usar su sufrimiento y su estatus de refugiado, para promover sus propios fines. Nuestro Kavod (honor) será mejor servido si Henry Kissinger logra romper los lazos frágiles y residuales que lo unen a la Casa de Jacob y a los Hijos de Israel. Concedámosle su deseo evidente de no estar unido a nosotros».

Algunos creen que, el antisemitismo es porque se percibe que los judíos dominan y controlan al mundo, por eso, a los ojos de los judíos que odia a los judíos, se debe hacer todo lo posible para borrar o difuminar cualquier relación con el pueblo judío. En este sentido, Israel es una carga para ellos, una supuesta marca con la que, a menudo, resulta incómodo identificarse.

Se culpa a los judíos por prácticamente todos los problemas y predicamentos. A lo largo de la historia, se les ha culpado porque la gente no tenía dinero, se decía que era porque los judíos, eran usureros y robaban; si enfermaban, era porque los judíos envenenaban los pozos; si surgían conflictos, era porque los judíos eran belicistas; si un país perdía en la guerra, era porque los judíos eran la quinta columna y se decía mucho más.

Por eso, no es de extrañar que el sentido de pertenencia a la nación judía y su identidad se estén disolviendo. No es casualidad que, en esta generación surja la pregunta de qué es ser judío. La vida en las redes sociales sin fronteras y la sensación de que el mundo es una aldea global, evoca mayor identidad universal entre los jóvenes. Pero es imposible que alguien deje de ser judío, como atestigua el Talmud (Sanhedrin 44a) y otras fuentes.

En el siglo XIII, el sabio Najmánides lo explicó con base en el Deuteronomio 29:14: Pero no sólo con ustedes hago este pacto y este juramento, sino con los que están aquí con nosotros delante del Señor, nuestro Dios y con los que no están aquí con nosotros” que se interpreta como el pacto eterno entre el Creador y el pueblo de Israel.

No hay salida; estamos obligados a conectarnos y a fortalecer nuestra identidad común como pueblo, cuya existencia es eterna, porque se nos dio una misión especial en el mundo. Se nos ordenó ser “luz para las naciones”, difundir la luz de la unidad a la humanidad.

Es el compromiso al que se refirió Rav Abraham Kook en sus elocuentes escritos: «En su expresión mayor, el movimiento genuino del alma israelí, sólo se manifiesta en la fuerza sagrada y eterna que fluye dentro de su espíritu. Es la fuerza que la formó, la está formando y la seguirá formando, como una nación que se alza como luz para las naciones, como redención y salvación del mundo, la que cumple con su propósito específico y también con los propósitos globales que están interconectados».1

Mientras los judíos sean etiquetados, en lugar de reconocer lo que tienen de especial y su propósito en la vida, se quedarán con adjetivos vacíos o peor aún, con prejuicios e interpretaciones distorsionadas y conceptos erróneos en su búsqueda de una identidad propia.

Un informe publicado por el Pew Research Center, en mayo del 2021, sobre los judíos de EUA, habla de que la identidad judía está perdiendo terreno en las generaciones jóvenes. No es una impresión subjetiva, es un hecho preocupante. La encuesta reveló que el 41% de los judíos jóvenes, no se identifica con ninguna rama particular del judaísmo estadounidense. En relación con el apego de los judíos estadounidenses a Israel, el mismo estudio encontró que seis de cada diez judíos no tienen ninguna afiliación particular, el 59% dicen que están “no demasiado” o “nada” apegados emocionalmente a Israel.

Se puede decir que, para los judíos, tratar de ser como los demás, mezclarse y evitar causar revuelo, es una forma de autoconservación. Pero vemos que eso ayuda poco o no ayuda, a disuadir a los antisemitas. Por mucho que intentemos demostrar que no somos diferentes de las otras naciones, siempre se nos trata como extraños.

Abundan los ejemplos notables de judíos que se negaron a ser identificados como tales, hasta el punto de esconderse y cambiar su identidad para diluir su judaísmo, pero en la mayoría de los casos, la intención fracasó.

Karl Marx (1818-1883), odiaba ferozmente a los judíos, era hijo de judíos. Nació en Trier, Alemania y fue uno de los cuatro hijos y cinco hijos bautizados como protestantes, al igual que sus padres. El abuelo paterno de Marx fue el rabino Meier Halevi Marx, pero no tuvo influencia en la educación del joven Karl, quien abrazó el ateísmo.

A pesar de que no recibió educación judía y se convirtió, fue identificado como judío; para ser más precisos, como judío que odiaba a los judíos. El ensayista estadounidense Edward Alexander escribió en su libro Jews against themselves (Judíos contra sí mismos): “Marx decía que los judíos polacos se multiplicaban como piojos y que eran la ‘raza más sucia’. Durante sus vacaciones en Ramsgate, se quejó de que el lugar ‘está lleno de judíos y de pulgas’”.2

Un ejemplo que atrajo la atención internacional y subrayó el hecho de que el judío es eterno, fue el de Edith Stein, quien nació en una familia judía observante (1891-1942). Se convirtió al catolicismo y se hizo monja carmelita con el nombre de Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Cuando surgió el nazismo, se trasladó de Colonia a un convento en Echt, en los Países Bajos, pero eso no garantizó su seguridad. En 1942, fue detenida junto con otros judíos conversos en los Países Bajos y llevada a un campo de concentración. Ese mismo año, fue una de los millones de personas ejecutadas en el campo de exterminio de Auschwitz.

Fue canonizada en 1998 por el papa Juan Pablo II. Este proceso no estuvo exento de polémica, pues los críticos afirmaban que fue martirizada por su herencia judía y no por su fe cristiana.

Más recientemente, en un caso que salió a la luz en 2020, Jessica Krug, profesora de historia africana en la Universidad George Washington, confesó que por muchos años fingió ser de ascendencia afrolatina, pero que nació blanca y judía. Como parte de su educación, asistió a una escuela diurna judía y a una sinagoga conservadora en las afueras de Kansas City.

Bajo esa falsa identidad, criticó abiertamente al Estado de Israel y lo relacionó con lo que llamó “brutalidad policial” de Estados Unidos. Según un informe de la Agencia Telegráfica Judía (JTA), maliciosamente, “dio testimonio virtual en una reunión del Ayuntamiento de Nueva York, en la que criticó al Departamento de Policía de Nueva York por haber sido entrenado por el ejército israelí”.

Después de que se reveló el caso, Krug confesó estar en profundo estado de remordimiento y escribió: “Tengo que descubrir cómo ser una persona que no creo que deba existir”. Sin embargo, por impresionante que parezca, el caso de Krug no es excepción, sino una expresión audaz de un problema más profundo, que tienen muchos judíos: negar su esencia y el propósito del judaísmo.

[1] HaRav Avraham Itzjak HaCohen Kook, Cartas de Raajah 3, 194-195.

[2] Edward Alexander, Jews against themselves (Routledge, 2017), 9.

Basado en el libro, Auto odio judío: el enemigo interno. Vista general del antisemitismoa judío,  del doctor Michael Laitman.

Etiquetado con:
Publicado en: Judíos, News

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*