La situación en materia de seguridad está afectando todos los aspectos de nuestras vidas. Cuando la locura general se perpetúa día tras día con vídeos de apuñalamientos y, al mismo tiempo, Europa empieza a señalar los productos israelíes, ¿quién se sorprende de que cada vez nos mostremos más impasibles? ¿Cómo si no hacer frente a una realidad así?
El mundo depende de Israel
El odio a Israel no es un fenómeno novedoso: ha existido desde los orígenes de nuestro pueblo. Y este odio está tan enquistado que parece tener sus raíces en la naturaleza.
Hace mucho tiempo que, con dolor, aprendimos que cuanto más sufre el mundo, más se nos culpa de sus males. Si la tendencia actual continúa, no pasará mucho tiempo antes de que el mundo entero nos odie, tal como árabes nos odian ahora.
Ya sabemos que toda la humanidad está conectada en una misma red. Sin embargo, debemos también reconocer el impacto fundamental de Israel en esta red. Está escrito en El Libro del Zóhar que las acciones y pensamientos de la nación de Israel influyen –positiva o negativamente– sobre el destino del mundo entero. Todo lo malo que está sucediendo en el mundo vuelve de nuevo hacia nosotros para despertarnos y obligarnos a llevar a cabo nuestra misión.
¿Qué significa llevar a cabo nuestra misión y cómo puede beneficiarnos?
En primer lugar debemos darnos cuenta de que cambiar nuestro destino está en nuestras manos. Lo único que necesitamos es intentar conectar honestamente entre nosotros. Esta es la clave, el fortalecimiento de los lazos entre todos nosotros: laicos, religiosos, judíos de Israel y en la diáspora. Todos. En lugar de ser decenas de tribus que desconfían entre sí, debemos sentirnos mutuamente responsables unos de otros, hasta llegar a ser realmente “como un solo hombre con un solo corazón”.
Cuando nos conectamos, cuando nos tenemos en mutua consideración, llega al mundo a través de nosotros una fuerza positiva. Y lo contrario es igualmente cierto: con nuestros actos y pensamientos hostiles hacia los demás irradiamos negatividad en el mundo; esto nos trae calamidades a nosotros mismos y a toda la humanidad. La solidaridad mutua y la preocupación por los demás determinan cómo será nuestra vida en un futuro inmediato, cómo será el mundo del mañana, y también determina la respuesta que obtendremos en consecuencia.
Ahora bien, ¿es posible unirnos? Cualquier persona a la que le planteemos esta cuestión estará de acuerdo con la unión, pero inmediatamente dirá que es imposible. Y es cierto, a no ser que tengamos un método. El método para la conexión es la sabiduría de la Cabalá. Cuando la sabiduría de la Cabalá habla de corrección, se refiere a corregir la conexión entre las personas. Cuando estudiamos la sabiduría de la Cabalá, aprendemos a conectar y a canalizar esta positividad hacia el mundo a través de nosotros. Con esto llevamos equilibrio a las fuerzas que gobiernan nuestras vidas. Nuestros esfuerzos por amarnos unos a otros despiertan una fuerza positiva que, a través de nosotros, se propaga a toda la humanidad y apacigua el creciente antagonismo que existe hacia nosotros.
La «Introducción al Libro del Zóhar» explica cómo la unidad del pueblo de Israel determina el destino del mundo
66) Debemos tener en cuenta que en todo existe interioridad y exterioridad. En el mundo en general, Israel, los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, son considerados la interioridad del mundo, y las setenta naciones son consideradas la exterioridad del mundo. Además, hay interioridad dentro del propio Israel, que son los trabajadores incondicionales del Creador, y hay exterioridad: aquellos que no se dedican a la obra del Creador. Entre las naciones del mundo, también hay interioridad: son los Justos de las Naciones del Mundo; y hay exterioridad, que son los irrespetuosos y dañinos entre ellos.
Además, dentro de los siervos del Creador entre los Hijos de Israel, hay interioridad: son los recompensados con la comprensión del alma de la interioridad de la Torá y sus secretos; y hay exterioridad: aquellos que se limitan meramente a observar la parte práctica de la Torá.
Asimismo, hay interioridad en cada persona de Israel –el Israel interno– que es el punto en el corazón, y exterioridad, que es la parte interna de las Naciones del Mundo, el cuerpo en sí. Pero incluso la parte interna de las Naciones del Mundo en esa persona es considerada prosélita, ya que mediante la adhesión a la interioridad, se vuelven como prosélitos de entre las naciones del mundo, que llegaron y se adhirieron a la totalidad de Israel.
67) Cuando una persona de Israel refuerza y dignifica la interioridad propia, que es el Israel en esa persona, por encima de la exterioridad, que son las Naciones del Mundo en ella, es decir, cuando dedica la mayoría de sus esfuerzos a mejorar y engrandecer la interioridad propia para beneficiar a su alma, y hace menores esfuerzos, los meramente necesarios, para sostener a las Naciones del Mundo en él, es decir, las necesidades corporales, como está escrito (Avot, 1): “Haz tu Torá permanente y tu labor efímera”, al obrar así, la persona hace que los Hijos de Israel remonten hacia arriba en la interioridad, y en la exterioridad del mundo también, y hace que las Naciones del Mundo, que son la exterioridad, acepten y reconozcan el valor de los Hijos de Israel.
¿Y si, Dios no lo quiera, es al contrario, y un individuo de Israel refuerza y aprecia la exterioridad propia –las Naciones del Mundo en él– más que a su Israel interno, como está escrito (Deuteronomio 28): “El extranjero que habita en medio de ti”, es decir que la exterioridad en esa persona se eleva y remonta, y tú mismo, la interioridad, el Israel en ti, se hunde? Con tales acciones, uno provoca que la exterioridad del mundo en general –las Naciones del Mundo– se eleven cada vez más alto y superen a Israel, rebajándolos hasta el suelo, y que los hijos de Israel, la interioridad del mundo, se hundan en lo más profundo.
68) No debe sorprendernos que las acciones de una persona provoquen la elevación o el descenso del mundo entero, ya que es una ley inquebrantable que lo general y lo particular son tan similares como dos gotas de agua. Y todo lo que es aplicable a lo general, también es aplicable a lo particular. Es más, las partes componen lo que se encuentra en el conjunto, ya que lo general solamente puede surgir después de que aparezcan las partes dentro de él, de acuerdo con la cantidad y la calidad de las partes. Indudablemente, el valor de un acto de una de las partes eleva o hunde la totalidad del conjunto.
Eso aclara lo que está escrito en El Zóhar, que gracias a su dedicación al Libro del Zóhar y a la sabiduría de la verdad, serán recompensados con la redención completa del exilio (Tikunim, final del Tikún 6). Podríamos preguntarnos, ¿qué tiene que ver el estudio de El Zóhar con la redención de Israel de entre las naciones?
69) De lo anterior podemos claramente entender que la Torá también contiene interioridad y exterioridad, como el mundo entero. Por lo tanto, aquel que se dedica a la Torá cuenta con estos dos grados también. Cuando uno incrementa su trabajo en la interioridad de la Torá y sus secretos, en esa medida, uno hace virtud de la interioridad del mundo, que son Israel, y se elevan por encima de la exterioridad del mundo, que son las Naciones del Mundo. Y todas las naciones admitirán y reconocerán el mérito de Israel sobre ellos, hasta que se cumplan las palabras: “Los tomarán los pueblos, y los llevarán a su lugar; y la casa de Israel los poseerá en la tierra del Señor” (Isaías 14, 2), y también: “Así dice el Señor Dios: He aquí, Yo alzaré hacia las naciones Mi mano, y hacia los pueblos alzaré Mi estandarte; traerán a tus hijos en brazos, y tus hijas serán llevadas a hombros” (Isaías 49, 22).
Pero ¿y si, Dios no lo quiera, es al contrario, y una persona de Israel degrada la virtud de la interioridad de la Torá y sus secretos, la cual se ocupa de la conducta de nuestras almas y sus grados, y la percepción y los sabores de las Mitzvot [mandamientos] en relación a la ventaja de la exterioridad de la Torá, que solo se ocupa de la parte práctica? Asimismo, incluso si uno se dedica de vez en cuando a la interioridad de la Torá, y dedica un poco de su tiempo a la misma, cuando no es ni de noche ni de día, como si fuera innecesario, con eso uno deshonra y degrada la interioridad del mundo, que son los Hijos de Israel, y encumbra por encima de ellos a la exterioridad del mundo, es decir, a las Naciones del Mundo. Ellos humillarán y deshonrarán a los Hijos de Israel, y considerarán a Israel superfluo, como si el mundo no tuviera necesidad de ellos, Dios no lo quiera.
Es más, con eso hacen incluso que la exterioridad de las Naciones del Mundo domine su propia interioridad, ya que los peores entre las Naciones del Mundo, los dañinos y los destructores del mundo, se elevan por encima de su interioridad, que son los Justos de las Naciones del Mundo. Y entonces ellos causan toda la destrucción y la atroz masacre que nuestra generación ha presenciado, de lo cual nos proteja Dios de aquí en adelante.
De este modo, podemos ver que la redención de Israel y todos los méritos de Israel dependen del estudio de El Zóhar y la interioridad de la Torá. Y viceversa: toda la destrucción y el declive de los Hijos de Israel es porque han abandonado la interioridad de la Torá. Ellos han degradado su mérito y lo han hecho aparentemente superfluo.
70) Esto es lo que está escrito en los Tikunim [correcciones] de El Zóhar (Tikún 30): “Despertad y levantaos para la Sagrada Divinidad, porque tenéis un corazón vacío, sin el entendimiento para conocerlo y alcanzarlo, aunque está en vuestro interior”. El significado de esto es, como está escrito (Isaías 40), que una voz golpea en el corazón de todos y cada uno de Israel, para que lloren y oren para elevar a la Sagrada Divinidad, que es el conjunto de todas las almas de Israel. Pero la Divinidad dice: “No tengo fuerzas para levantarme del polvo, pues ‘toda carne es hierba’, todos son como bestias, comiendo heno y hierba”. Esto significa que guardan las Mitzvot sin pensar, como bestias, “y toda su santidad es como una flor del campo, todas las buenas obras que hacen, las hacen para sí mismos”.
Eso significa que las Mitzvot que realizan, no tienen intención de hacerlas con el fin de dar contento a su Hacedor. Al contrario, observan las Mitzvot solamente para su propio beneficio, e incluso los mejores entre ellos, que dedican todo su tiempo a la Torá, solo lo hacen para beneficiar a sus propios cuerpos, sin la deseable finalidad de dar contento a su Hacedor.
Se dice acerca de la generación de esa época: “Un espíritu se va y no retornará al mundo”, es decir, el espíritu del Mesías, el cual debe liberar a Israel de todos sus problemas hasta la redención completa, para cumplir las palabras: “pues la Tierra se llenará del conocimiento del Señor”. Ese espíritu se fue y no brilla en el mundo.
¡Ay de los que hacen que el espíritu del Mesías se vaya y abandone el mundo, y no pueda volver al mundo! Ellos son los que hacen árida la Torá, sin ningún tipo de humectación de comprensión y razón. Ellos se limitan a la parte práctica de la Torá y no desean tratar de entender la sabiduría de la Cabalá, conocer y comprender los secretos de la Torá y los sabores de la Mitzvá. ¡Ay de ellos!, porque con estas acciones provocan que haya pobreza, destrucción y robo, saqueo, asesinatos y desgracias en el mundo.
71) La razón de sus palabras, como hemos explicado, es que cuando todos aquellos que se dedican a la Torá degradan su propia interioridad y la interioridad de la Torá, la dejan como si fuera innecesaria en el mundo, y se dedican a ella solo en un momento en que no es ni de día ni de noche y, en este sentido, son como ciegos buscando la pared, y con ello intensifican su propia exterioridad, el beneficio de sus propios cuerpos. Además, consideran que la exterioridad de la Torá es superior a la interioridad de la Torá. Y con estas acciones provocan que todas las formas de la exterioridad del mundo dominen a todas las partes internas del mundo, cada una de acuerdo con su esencia.
Esto es así porque la exterioridad en el conjunto de Israel –las Naciones del Mundo en ellos– dominan y anulan la interioridad en el conjunto de Israel, que son los grandes en la Torá. Además, la exterioridad en las naciones del mundo –los destructores entre ellos– intensifican y anulan la interioridad entre ellos, que son los Justos de las Naciones del Mundo. Asimismo, la exterioridad del mundo entero, las Naciones del Mundo, intensifican y anulan a los Hijos de Israel y la interioridad del mundo.
En una generación así, todos los destructores entre las Naciones del Mundo levantan sus cabezas y principalmente desean destruir y matar a los hijos de Israel, como está escrito (Yevamot 63): “Ninguna calamidad viene al mundo, sino por Israel”. Esto significa, como está escrito en las correcciones anteriores, que causan pobreza, ruina, robo, asesinato y destrucción en el mundo entero.
Y a través de nuestros muchos errores, hemos sido testigos de todo lo recogido en el Tikunim mencionado más arriba y, es más, la sentencia golpea a los mejores entre nosotros, como dijeron nuestros sabios (Baba Kama 60): “Y empieza con los justos en primer lugar”. Y de toda la gloria que Israel tuvo en los países de Polonia, Lituania, etc., no queda más que las reliquias en nuestra tierra santa. Ahora depende de nosotros, reliquias, corregir ese terrible error. Cada uno de los que quedamos debe asumir, en corazón y alma, el intensificar a partir de ahora la interioridad de la Torá, y darle el lugar que se merece, en relación a su mérito sobre la exterioridad de la Torá.
Y entonces, todos y cada uno de nosotros seremos recompensados con la intensificación de nuestra propia interioridad, es decir, el Israel dentro de nosotros, que es las necesidades del alma sobre nuestra propia exterioridad, las Naciones del Mundo dentro de nosotros, es decir, las necesidades del cuerpo. Esa fuerza vendrá a todo Israel hasta que las Naciones del Mundo dentro de nosotros admitan y reconozcan el mérito de los grandes sabios de Israel sobre ellos, y los escuchen y obedezcan.
Además, la interioridad de las Naciones del Mundo, los Justos de las Naciones del Mundo, vencerán y dominarán a su externalidad, que son los destructores. Y también la interioridad del mundo, que es Israel, se levantará con todo su mérito y virtud sobre la exterioridad del mundo, que son las naciones. Entonces, todas las naciones del mundo admitirán y reconocerán el mérito de Israel sobre ellos.
Y ellos seguirán las palabras (Isaías 14, 2): “Los tomarán los pueblos, y los llevarán a su lugar; y la casa de Israel los poseerá en la tierra del Señor”. Y también (Isaías 49, 22): “Y traerán a tus hijos en brazos, y tus hijas serán llevadas a hombros”. Eso es lo que está escrito en el Zóhar (Nasso, p 124b), “a través de esta composición”, que es El libro del Zóhar: “serán liberados del exilio con misericordia”. Amén, y que así sea.