Burócratas, generales, o ladrones

Parece que en estos días todos quieren ser primer ministro, presidente, líder del país. Pero si ves a los candidatos, te das cuenta que las opciones son muy pobres. Los que llegan a la cima, llegan por el mecanismo de su partido o por las fuerzas armadas o porque son súper ricos. En otras palabras, nuestros líderes son burócratas, generales o ladrones. No hay visionarios ni visiones. En el mejor de los casos, nuestros gobernantes están logrando apretar los tornillos para evitar que el país se derrumbe por completo.

En ausencia de visiones, las únicas herramientas en manos de los gobernantes son el dinero y las armas. Estas son las dos riendas que todo jefe de Estado usa hoy y tienen razón al hacerlo, pues no tienen otros instrumentos.

Lamentablemente, estas riendas no durarán mucho; se han estirado demasiado y nosotros junto con ellas. Si un país quiere estabilidad, debe buscar la  solidaridad de su gente. La naturaleza irrevocablemente interconectada de nuestra vida, requiere que cambiemos nuestra actitud hacia la vida como un todo, particularmente hacia la gente.

Buscamos protección contra el futuro incierto, pero ya sabemos que el futuro implica más conexión y más interdependencia. Por eso, nuestra protección sólo puede ser adaptar los sistemas de nuestra vida y nuestro enfoque de la vida a ese futuro. En lugar de cultivar el narcisismo, que contradice la corriente de la vida, debemos fomentar reciprocidad, unidad, en resumen, la idea de que juntos nos levantamos y solos caemos.

Si nos centramos en promover estos valores, todo encajará. Tomemos a las madres, por ejemplo, ¿saben qué hacer con su bebé? Inicialmente, no lo saben. Pero con su amor, rápidamente desarrollan habilidades inimaginables, necesarias para criar al bebé recién nacido. Así mismo, si cultivamos cuidado mutuo, ese cuidado nos guiará en nuestros esfuerzos por construir sistemas de gobierno que nos permitan tener una buena vida.

La naturaleza está conectada. Hasta ahora, la humanidad ha sido la única excepción. Nos apartamos de la naturaleza por nuestro deseo de controlar. Pero perdimos el control de nuestro deseo de controlar y lo arruinamos todo. Ahora debemos aprender el funcionamiento de la naturaleza, la reciprocidad que permea a todos sus elementos y aplicarla a la sociedad humana. Esta es la ciencia del futuro.

Una vez que aceptemos que para vivir bien se requieren buenas conexiones con los demás, todo fluirá sin problemas. Los gobernantes de esa sociedad serán aquellos que comprendan el significado de la conexión y hagan todo lo posible para promoverla, la gente aprobará sólo a esos individuos. Personas con rasgos divisivos y ambiciones egoístas, se avergonzarán de sus impulsos, pues la sociedad condenará esas actitudes tóxicas, ya no tendremos que preocuparnos por la llegada al poder de personas equivocadas. Al hacer de la solidaridad el valor más alto, nos libraremos de burócratas, generales y ladrones al timón y tendremos los líderes que merecemos.