Un estudio reciente, hecho por Gallup y West Health, descubrió que, “en los últimos seis meses, el aumento de los costos de atención médica ha obligado a cuatro de cada 10 estadounidenses a retrasar o saltarse tratamientos médicos, recortar los gastos domésticos regulares o pedir dinero prestado. Eso se traduce en un estimado de 98 millones de adultos que tienen que tomar medidas extremas para pagar la atención médica”. Teniendo en cuenta que, con toda probabilidad, muchos de estos adultos tienen hijos, esta es una gran parte de la sociedad estadounidense que lucha por satisfacer una necesidad básica, como la atención médica.
No se puede negar que la vida en Estados Unidos está lejos del Sueño Americano y que, a pesar de algunos buenos momentos, la vida allí es difícil para la mayoría. Sin embargo, parece que la percepción de la escasez también ha cambiado y hace que, ahora, más gente se sienta desfavorecida.
Hay muchos problemas serios en Estados Unidos. Hay una avalancha de abuso de sustancias, violencia frecuente, pobreza, depresión y desesperanza generalizadas. Peor aún, debido al apoyo estadounidense a la separación del gobierno y los ciudadanos, aparte de los programas ocasionales de estímulo y rescate, se ha educado a la gente para que no dependa de la ayuda financiera del gobierno. Cuando la gente tiene trabajo, está bien con esta forma de vida. Pero cuando no hay trabajo o no paga lo suficiente, queda deficiente y sin esperanza de obtener el ingreso necesario, ya que no puede encontrar un trabajo mejor pagado ni conseguir el dinero en otra parte. Como resultado, se ve obligada a elegir, a qué satisfactor debe renunciar.
Desde la perspectiva del gobierno, la situación es muy sencilla. Quiere que la gente esté sana. Pero, si no puede estar sana, es mejor que muera, para no gastar en tratar enfermos.
Por terrible que parezca la situación, no creo que sea peor hoy que hace un siglo. Lo más probable es que sea la gente la que requiera más para sentirse satisfecha. Como sus demandas crecen más que su capacidad para satisfacerlas, se siente deficiente y privada.
Este sentimiento es especialmente conmovedor si la gente a su alrededor parece tener abundancia. Desde hoy, cuando todos están conectados y las redes sociales presentan a todos en su mejor forma, la gente se siente más desfavorecida y deficiente que nunca.
Materialmente hablando, no preveo ninguna mejora. Pero, hay una manera para que todos podamos tener lo suficiente en todos los niveles.
Si aprendemos que la felicidad no radica en posesiones materiales ni en tener más cosas, sino en cultivar nuestras conexiones, descubriremos dos cosas hermosas: 1) que realmente tenemos suficiente y algo más. Aprenderemos que el problema de adecuarnos no es cuestión de precio ni de cantidad, sino de una actitud abusiva y querremos cambiar esa actitud. Descubriremos que si nos preocupamos por que todos tengan lo que necesitan y no en nosotros tener lo que queremos, todos tendrán lo que necesitan y nosotros tendremos lo que queremos. 2) lo segundo que descubriremos es que la confianza, la seguridad y la felicidad, no dependen de lo que tenemos, sino de garantizar que todos tengan lo que necesitan. Las relaciones cálidas y afectuosas en la comunidad, hacen que sus miembros sean más felices, seguros y saludables, incluidos nosotros mismos.
Por eso, para superar la escasez en la sociedad, debemos superar la antipatía en nuestro corazón.
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