Casi un tercio de los niños y casi un quinto de los ancianos de Israel viven en pobreza, según un informe reciente de pobreza, del Instituto Nacional de Seguros de Israel. Cuando los ciudadanos de un país no hacen ningún esfuerzo ni luchan por sentir, en la sociedad, la calidez de la vida familiar, permiten que se desarrolle una atmósfera de alta tensión que ahoga a sus ciudadanos de un día para otro. Relaciones así, dan lugar a un país con gran riqueza y pobreza extrema.
Causa de la pobreza: no sentir a los demás como miembros de una sola familia
La situación de Israel como «país rico, con ciudadanos pobres» es mucho más que la simple situación económica, por lo tanto, no se puede resolver sólo a nivel económico. Requiere poner en marcha, en su sistema de educación y en sus medios de comunicación, un programa que enriquezca la conexión y que constantemente explique que todos los ciudadanos israelíes son miembros de una sola familia y que su objetivo es transmitir a todos y cada uno, la sensación de pertenecer a esa familia.
Puede sonar como idea socialista, pero no lo es. Hemos visto esos ejemplos en la historia y todos han fallado. La razón es que no han tomado en cuenta las leyes de la naturaleza.
Las leyes de la naturaleza son leyes integrales de interconexión e interdependencia. Nos llevan a buscar más y más conexión y en este tiempo, la conexión que necesitamos formar es a nivel de nuestra actitud mutua: lograr sentir a extraños como si fueran miembros de nuestra propia familia. Al unificar nuestra actitud con los demás, garantizamos un futuro armonioso.
Dos pasos para resolver la pobreza: no aceptar división y promover la conexión
El primer paso para cambiar nuestra actitud mutua es no aceptar nuestra separación actual. La división social es la causa principal de la pobreza y si dejamos de aceptar esta situación, obtendremos un nuevo deseo, el deseo de cambiar nuestras relaciones para que todos nos sintamos conectados como miembros de una sola familia.
Al activar y alentar el deseo de conexión familiar, difundiéndolo a la sociedad por medios educativos y publicitarios, comenzaremos a ver que se elimina nuestra lejanía emocional y, asimismo, sus síntomas de pobreza.
Explicación cabalista de por qué hay una brecha creciente entre ricos y pobres
De acuerdo con la sabiduría de la Cabalá, el estado de desequilibrio entre ricos y pobres se produce debido a un desequilibrio entre Ohr Jojmá (Luz de sabiduría) y Ohr Jasadim (Luz de la misericordia), es decir, hay mucha Ohr Jojmá y sólo un poco de Ohr Jasadim.
¿Qué son estas dos Luces en relación con la situación actual? Ohr Jojmá significa abundancia y riqueza espiritual, Ohr Jasadim expresa el deseo de dar esa abundancia y riqueza. Ohr Jasadim es la condición que impide desear seguir recibiendo más y más en beneficio personal, pues desequilibra nuestro sistema. En otras palabras, Ohr Jasadim puede considerarse como un dispositivo regulador que calienta el corazón, que, de lo contrario se enfría continuamente, pues, sin esa condición, el ego lo aísla. Por eso, cuando aplicamos Ohr Jasadim sobre nuestro deseo instintivo de devorarlo todo en beneficio propio, construimos un nuevo sentido, una herramienta que nos da capacidad de recibir Ohr Jojmá de manera equilibrada. Así, podremos tener un país donde todos sus ciudadanos sientan abundancia y riqueza espiritual. Sin ese regulador, vamos siempre en dirección egoísta y mostramos la situación de «país rico, ciudadanos pobres», en la que nos encontramos hoy.
Además, sin el regulador de Ohr Jasadim, cuyo objetivo es dar abundancia a todos en la sociedad, no sólo los ciudadanos pobres sienten deficiencia, sino que también los ricos sienten carencia constante. Más riqueza nunca se percibe como suficiente riqueza, por eso, continuamente buscan obtener cada vez más. Así se siente la presión del Ohr Jojmá. Cuando nuestro único objetivo es recibir en beneficio propio, los placeres que recibimos, al final, sólo encuentran un espacio vacío dentro de nosotros, como un agujero negro que extingue todo el placer auto dirigido que absorbemos.
Por lo tanto, si tenemos poco o mucho depende de nuestra actitud mutua.
La abundancia llegará a todos, cuando toda la sociedad se convierte en una familia
Podemos organizar nuestras relaciones para crear una abundancia que llene nuestro espacio. Cuando nos abrimos ante los demás, nos convertimos en transmisores de esa abundancia, como centros y nodos en una red que transmiten señales entre sí y así, nuestra vida se vuelve rica y diversa.
Por lo tanto, mientras más se extienda la idea de la necesidad de conectarnos como una sola familia, por encima de la división innata en la sociedad, tanto ricos como pobres, descubriremos que hay abundancia para todos.
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