En la simplicidad se encuentra la clave de la felicidad. Por lo tanto, el cambio que el mundo necesita ahora, no es sólo volver a lo básico, sino volver a lo simple. Si pudiéramos echar un vistazo a nuestro planeta, desde una perspectiva más elevada, como los astronautas describen la vista desde el espacio, nos daríamos cuenta con claridad de que la Tierra incluye a la humanidad de manera sorprendente y circular, pero simple, sin divisiones.
El coronavirus nos lleva a una nueva dimensión de existencia. Alteró dramáticamente nuestra rutina y hábitos, para que podamos vernos desde un punto de vista diferente, reconsiderar lo que es esencial y lo que es superfluo.
Comenzamos la vida de manera muy simple, cerca de la naturaleza. Un hombre y una mujer conciben, un bebé nace y sólo necesita alimento y cuidados básicos. Luego, a medida que el bebé crece y se desarrolla, también aumentan las demandas, más posesiones y atención.
En nuestro tiempo más productivo, perseguimos dinero, diversión, entretenimiento y éxito en nuestra carrera. Malgastamos nuestra energía y al final, nos sentimos vacíos.
A medida que envejecemos, de nuevo nos sentimos atraídos hacia la simplicidad. Esto no es necesariamente sólo porque nuestra energía disminuye con los años, lo cual es una realidad fisiológica, sino principalmente porque todos los adornos y lujos complicados del mundo que construimos, ya no nos impresionan. En esta etapa de la vida nos damos cuenta de que las cosas más simples son las más importantes. También la naturaleza es así.
En lugar de complejidad, la naturaleza se siente atraída hacia la simplicidad. Por eso, iniciamos la vida de manera simple y natural y, la terminamos de la misma forma. Parece que mientras más nos desarrollamos como sociedad, a medida que nos convertimos en seres humanos más evolucionados, alcanzamos un pico desde el cual, como sociedad, comenzamos a anhelar una vida simple, pero con significado.
Si examinamos la cultura que creamos a lo largo de los años (música, pintura, danza), todas las formas humanas de expresar sentimientos y pensamientos profundos, veremos que todo lo que nos inspira y admiramos es, finalmente, cercano a la naturaleza y relativamente simple. Ese es el futuro de la humanidad.
Así, después de la fase actual y complicada por la que atraviesa el mundo, terminará y sentiremos atracción, cada vez mayor, por una vida más simple en la que percibiremos gran cantidad de sabores, el más importante será, el sabor del amor.
Simplicidad no necesariamente es una vida pobre sin nada que hacer. Es una vida en la que nos identifiquemos más estrechamente con la naturaleza, de modo que empecemos a sentir el papel que debemos cumplir y lo que la naturaleza quiere de nosotros. Inconscientemente, todos queremos encontrar respuesta a una pregunta, descubrir el secreto de la vida y su propósito. Esa es la pregunta más simple de la vida y también la más profunda.
El coronavirus acelera el escrutinio interno en nosotros. Bajo presión de la naturaleza, despiertan preguntas esenciales. El virus limpia nuestra vida compleja y artificial, nuestra vida retorcida y engorrosa, y nos devuelve la importancia del calor familiar, el pensamiento de una educación adecuada y la simplicidad que necesitamos.
La vida es corta y el estilo de vida que nos domina hasta hoy, no nos da tiempo para pensar en su propósito. El coronavirus nos da una oportunidad. Nos invita a pensar y comprender la vida verdadera, en lugar de simplemente existir y sobrevivir, ¿cómo? Al encontrar alegría en las cosas pequeñas pero importantes de la vida. Es mucho más simple de lo que parece.
El coronavirus ha sido, mas que una prueba sanitaria, una prueba de salud y cordura mental por lo durisimo y largo de los confinamientos. Encerrados, lejos de nuestras rutinas, sometidos a una incertidumbre inedita. Quien termine la cuarentena con lucidez mental plena, habra ganado una de sus mas grandes batallas.
Gracias por el post, necesitamos más personas como vos.
Gracias por tan linda reflexión,tenemos que buscar el propósito de nuestras vidas