Cada año, el 28 de diciembre, se celebra el día del adiós, cuando se desechan, rompen y queman, objetos, fotos o notas que representan malos recuerdos del año anterior. El año pasado, el evento inspirado en una tradición latinoamericana, fue especialmente notable cuando la gente hizo fila en Times Square para romper sus malos recuerdos. Pues, ¿2020 nos dio mucho que tirar y desechar?
Entiendo por qué la gente quiere desechar los malos recuerdos y por que hay esperanza de que nunca regresen. Pero, se pueden “desechar” los malos recuerdos, es decir dejarlos atrás y olvidarlos, tal vez es la mejor manera de garantizar que regresarán y probablemente con más fuerza que antes.
Tratamos los eventos desagradables como desgracia, pero no lo son. Si no tuvieran un propósito los eventos desagradables, por dolorosos que sean, ¿tiene algún propósito agradecer los eventos positivos, los que nos agradan y nos hacen sentir bien? Si algo no tiene sentido, ¿Cómo puede tener sentido su opuesto?
Lo que surgió el año pasado, especialmente en EUA, fue odio, principalmente entre izquierda y derecha. Si la gente pudiera superarlo, prosperaría en todo: en salud, educación, economía, en todos los sentidos. Lo que está destruyendo a EUA es el odio entre izquierda y derecha, entre afro americanos y blancos.
Revelar el odio en sí, no está mal. Lo malo es cuando no se hace nada al respecto. El odio se revela para que nos elevemos por encima de él. Por mucho que intentemos reprimirlo, no funcionará. Los estadounidenses han tratado de reprimir el odio entre afro americanos y blancos, probablemente desde que empezó la esclavitud. Pelearon una guerra civil por el odio racial, pero el racismo está tan vivo y colérico hoy, como siempre. Además, ahora está destruyendo a la sociedad estadounidense.
Esto debería enseñarnos algo: no podemos borrar el odio; sólo podemos superarlo. Es decir, sólo podemos aumentar nuestro deseo de unidad, entender que la unidad es esencial para nuestra supervivencia, a tal punto que, la unidad, justo hacia lo que odiamos, es más importante que desahogar nuestra repulsión.
Cuando lo entendamos, será cuando, lo más importante para nosotros sea estar en unidad, comprenderemos que ese fue el único propósito por el que sentimos odio. Si no hubiera sido por la revelación del odio, no habría sido necesario forjar una unidad fuerte. Ahora, gracias a la animosidad previa, debemos formar lazos de unidad a niveles que no sabíamos que existían.
Por eso, no debemos decir «adiós» a nada que nos disguste. Al contrario, necesitamos observar la deficiencia y lo que vino a mostrarnos. Y ese defecto, de una forma u otra siempre se relacionará con nuestra falta de amor mutuo.
Para este año, les deseo a todos un año de reflexión, un año en el que comprendan por qué suceden las cosas, por qué debemos unirnos y cómo podemos lograrlo. Esto le dará al 2020 propósito y significado y hará que 2021 sea el mejor año de nuestra historia.
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