A los niños pequeños, del nivel de escuela primaria, se les deben contar cuentos de total bondad. Después, de forma más natural, se les deberían contar cuentos en los que el mal está presente a la par del bien, es decir, cuentos en los que el bien gana y el mal retrocede. Cuando el niño madura, ya puede leer cuentos en los que prevalece el mal.
Este proceso pasa gradualmente de los cuentos de hadas a la vida real, donde el mal gana. Los niños necesitan aprender a no oponerse al mal, porque hacerlo les provocará problemas. Deben aprender que el mal gana, pero deben mantenerse al margen. En ningún momento deben involucrarse en la lucha contra el mal.
La progresión es desde que los niños son pequeños y amables y no queremos asustarlos, hasta presentarles el mal, pero que el bien gane, para que se pongan del lado del bien, al final, es el cambio drástico donde el mal prevalece, es la tercera etapa, ahí se les muestra que hay bien y mal en el mundo y que debemos mantenernos alejados del mal.
En la tercera etapa, los niños deben comprender que el mundo está lleno de maldad y que deben evitarla, alejarse, dar un paso atrás, distanciarse.
Después de la tercera etapa viene una etapa posterior, en la que los niños se involucran con el mal y comienzan a usarlo para sus propias necesidades egoístas, como progresar en su carrera y ganar respeto, fama y control en diversos grados. Es decir, nuestros pequeños, que comienzan su vida como seres puros, acaban ascendiendo en la sociedad, construyéndose a sí mismos pisoteando a los demás.
Aún no llegamos a la etapa siguiente. Pero en el límite de la etapa actual, debemos entender que no podemos seguir viviendo en un mundo tan distorsionado, donde el ego nos lleva a intentar construírnos sobre la ruina de los demás. No nos queda más remedio que intentar distanciarnos lo más posible de este mundo, porque aún tenemos que vivir, mantener a nuestra familia, etc. Y vivimos la vida inmersos en este gran problema.
Es decir, si llegamos a la última conclusión, entenderemos que, detrás de las creencias que nos alimentan hay un tira y afloja de intereses monetarios y de poder, del cual debemos distanciarnos. Cuando lo comprendamos nos preguntaremos: ¿Cuál es la forma correcta de distanciarnos de este mundo donde a todo se le pone precio? ¿de qué deberíamos rodearnos para despegarnos de estas luchas de poder que llegan a infiltrarse en nuestra mente?
Deberíamos encontrar pasatiempos e intereses que disfrutemos, además del trabajo y de la vida familiar. Recuerdo que tenía un vecino al que le gustaba la carpintería. Era su principal interés en la vida. Dedicó mucho tiempo, pensamiento y esfuerzo a buscar madera y troncos. Trabajó, haciendo pajareras, muebles y otras artesanías Funcionó para él. Siempre que el pasatiempo no cause daño a los demás, es realmente favorable.
Si vamos un paso más allá, esos compromisos acercarán a la gente a su alma. En el ejemplo de mi vecino que se sumergió en la carpintería, incluso ese pasatiempo básico suavizó su alma y le dio satisfacción a su vida.
Si nos empiezan a molestar preguntas existenciales más profundas, como: “¿Cuál es el significado de la vida?, ¿qué pasa cuando morimos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, ¿qué es la realidad?, ¿quiénes somos? y ¿por qué hay tanto sufrimiento en el mundo?” podremos lograr mayor desarrollo, por ejemplo, podemos estudiar el método de Cabalá. Pero si no nos atraen esas preguntas existenciales, sería suficiente profundizar en otras aficiones e intereses para el nivel de desarrollo de nuestra alma.
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