A todos nos gusta relajarnos y dormir tranquilos, pero nuestra creciente incertidumbre sobre el futuro nos vuelve ansiosos e intranquilos. La mejor forma de sobreponernos a estas sensaciones es cambiar de la preocupación por uno mismo, a la preocupación por los demás.
La ansiedad es algo que se desarrolla con el tiempo. No sucede de la noche a la mañana. Posiblemente, cada noche te sientas frente a tu computador o tu televisor, intentando relajarte después de un largo día de trabajo y, ¿qué ves? Un mundo a punto de colapso: devastación causada por los huracanes en Estados Unidos, epidemia de sobredosis por opioides, tiroteos en escuelas, dramas políticos, gente matando a su propia familia… y todo eso encima de tus propios problemas en casa y el trabajo. Como resultado, en lugar de sentir calma o entusiasmo por el día siguiente, sientes constante ansiedad y miedo hacia la vida. Si eso te pasa, no eres el único. Los desórdenes de ansiedad son los padecimientos mentales más comunes en los Estados Unidos que afectan a 40 millones de adultos a partir de los 18 años.
La sensación de desamparo respecto al futuro es un tema de preocupación universal. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que de forma global 1 de cada 13 personas sufre de ansiedad y el desorden de ansiedad social es el más común. Se manifiesta como miedo a ser juzgado por los demás, a ser valorado de forma negativa, o rechazado en alguna situación social o de desempeño.
No podemos vivir en una burbuja. Vivimos nuestras vidas como miembros de la sociedad por necesidad. Sin embargo, el problema empieza con el hecho que no sabemos cómo relacionarnos con los demás, con nuestro entorno.
Las organizaciones internacionales intentan lidiar con los problemas de salud mental combatiendo la ansiedad y la depresión como una sola, juntas son la causa principal de discapacidad mundial. Se han lanzado sin éxito numerosas campañas para resolver este fenómeno, ya que ha habido un incremento de casi el 50% -entre 1990 (416 millones) y 2013 (615 millones)- en la cantidad de personas que luchan contra esta disfunción mental.
¿Por qué estamos tan ansiosos?
Estos no son solo números, sino profundas batallas que libran las personas. El escritor inglés Matt Haig, comparte sus experiencias personales sobre las influencias negativas modernas de los medios sociales y su propia lucha con la ansiedad y la depresión en su libro Apuntes sobre un planeta nervioso. Resalta que, “el problema en sí no es la tecnología. Es nuestra falta de conciencia sobre cómo está cambiando nuestras vidas y afectando nuestras mentes”.
Sentirse ansioso de vez en cuando es parte de nuestra vida cotidiana: cuando necesitamos tomar decisiones importantes o enfrentar desafíos en nuestro trabajo o con nuestras familias. Se considera una enfermedad mental cuando el estrés es abrumador y puede impedirnos llevar a cabo nuestras tareas cotidianas, provoca insomnio y afecta nuestra salud y bienestar.
Los aspectos genéticos o ambientales influyen en nuestros rasgos normales de ansiedad, tanto como en los trastornos de ansiedad; pero la presión social es un factor clave en el desarrollo del comportamiento de ansiedad crónica, que se percibe como falta de control en circunstancias o eventos estresantes de la vida.
Un gran aspecto que contribuye a la ansiedad social es la competencia promovida por los medios sociales. Constantemente nos comparamos y esto lleva a una ansiedad inquietante si nos vemos como menos populares o menos exitosos respecto a lo que consideramos figuras modelo o estándares ideales que usualmente son irreales.
La preocupación como base de la vida
La vida es un proceso natural que no está exento de estrés y problemas. Si observamos el reino animal, los animales se ocupan constantemente de su supervivencia, de cómo superar las amenazas de aquellos que los quieren devorar y de cuidar su descendencia. Los humanos, la parte más desarrollada de la naturaleza, no soy muy distintos.
Luchamos toda nuestra vida, ¿por qué? Porque nuestra naturaleza es el deseo de disfrutar que constantemente se desarrolla, no en cantidad sino en calidad y complejidad. La sociedad y la educación nos presionan día y noche para conseguir placeres más grandes y de más calidad. Constantemente queremos llenarnos tanto como sea posible, según nuestra personalidad, condiciones y el entorno que establece nuestros valores y actitudes hacia la vida. Estos referentes determinan lo que consideramos como placer o sufrimiento. Cuanto más progresamos, más impotencia sentimos.
Cómo controlar nuestro destino
Como humanos, estamos capacitados para tomar decisiones conscientes sobre la forma en que nuestros acciones irresponsables pueden afectar a otros niveles en la naturaleza y a nosotros mismos. En lugar de eso, estamos controlados por nuestro ego, nuestro deseo por el placer infinito. Queremos disfrutar lo más posible, incluso a expensas de los demás.
El mundo ha creado condiciones como en un juego de arco y flecha. Hemos tirado de la cuerda hacia atrás. En apariencia, la humanidad se ha desarrollado a tal punto que hay abundancia de medios para satisfacernos, donde todos deberían pasarlo bien. Pero de hecho, el camino ha estado tan lleno de sufrimiento, sangre, guerra y desacuerdos que finalmente empezamos a ver que ya no funcionará más seguir de esta forma. Por lo tanto, de ahora en adelante necesitamos empezar a liberar la flecha del arco y apuntarla en la dirección correcta, hacia una existencia más equilibrada.
¿Cómo puede una persona sufrir menos?
Sentir este deseo interno por lograr estar satisfechos demanda mucho de nuestro tiempo. Mucha energía, fuerza y temple se requieren para sentirse feliz y libre.
Hemos creado toda clase de mecanismos para evitar sentirnos ansiosos. Las personas han intentado desconectarse de sí mismas a través de las drogas, el alcohol, o liberando su frustración a través de comportamientos agresivos. Pero la influencia del entorno que moldea nuestros valores es tan poderosa que esos intentos de escapar de la realidad no ayudarán.
Los problemas no pueden desaparecer por arte de magia, pero es necesario alcanzar un nivel de comodidad, donde la persona pueda lidiar con el miedo y la ansiedad y encuentre un equilibrio entre las preocupaciones normales y una vida saludable. No significa que debemos evitar responsabilidades, o entregarnos a los brazos de la sociedad para que se encargue de nuestras obligaciones. No obstante, es una condición que no podemos alcanzar solos.
¿De qué depende realmente? Depende totalmente de la influencia del entorno, que es tanto la fuente del problema como la solución. La sociedad debe organizarse de tal forma que la persona se sienta nutrida a través del flujo equilibrado de información, sin distorsiones creadas por los medios para captar la atención de la gente.
Competencia sana
Siempre necesitamos anhelar algo para tener la sensación de hambre, junto con la posibilidad de satisfacernos. Es una inclinación natural que no tenemos que destruir. Pero tenemos que experimentar cierta forma de carencia no al grado de ansiedades, amenazas o miedos, sino en un nivel que me impulse a su realización de una forma positiva.
El mundo se ha vuelto circular. Vivimos en un sistema integral donde somos interdependientes. Nos hemos dado cuenta de la influencia en el entorno porque vivimos en él, de modo que vemos que no tenemos opción, sino mejorarlo. ¿Cómo? A través de una nueva clase de educación, desde temprana edad hasta la adultez.
Desde temprana edad debemos recibir educación integral, no sólo conocimiento e información. Actualmente nuestra educación está enfocada en un sistema de competencia individualista que nos empuja a ser más “yo” y egoísta. Se necesita cambiar esto. Nuestra educación debe estar basada en cuánto podemos contribuir para crear una sociedad libre de ansiedad y de muchos otros síntomas de nuestros sistemas basados en el egocentrismo. Puede que siga habiendo lugar para la competencia, pero una competencia sana, donde aquel que ayuda más y anima al prójimo sea el más reconocido, no el que construye su propio éxito sobre la ruina de los demás.
Si implementamos este principio, nuestras vidas darán un giro hacia una dirección positiva. Esta nueva actitud altruista que desarrollemos y entrenemos, como un músculo, se expandirá e influirá positivamente en la forma en que tratamos la ecología y todos los sistemas de la vida. Pero todo depende y empieza cuando las relaciones entre las personas mejoran. Como resultado de una educación que cambie la influencia de la sociedad en el individuo, las ansiedades y miedos llegarán a proporciones equilibradas.
Conexión sana
Como una madre que protege a su bebé de las influencias negativas, o el campo magnético alrededor de la Tierra, nosotros podemos construir un campo protector, un sistema poderoso de apoyo contra las influencias negativas.
Esto significa alcanzar este entorno protector llamado Método de conexión, donde las personas se sientan juntas en un círculo para compartir información positiva y experiencias constructivas sobre la conexión con los demás. Podemos aprender cómo desarrollar un oído selectivo que nos enseñe a filtrar información importante y aquella que es poco útil para nuestro progreso personal, como partes integrales de la sociedad.
Los círculos de personas que se conectan pueden transformar la ansiedad en sentimientos de seguridad, felicidad y relajación mediante distintos juegos y ejercicios. Cada uno se impresiona de los demás al ser “el más pequeño” e influye en los demás en una forma positiva al ser “el más grande”. Todos mejoran el ánimo general dentro el grupo manteniendo un buen sentido del humor.
Las hipersensibilidades se alivian al absorber las impresiones opuestas de tranquilidad de los demás. Al jugar unos con otros, como si estuviéramos a salvo y seguros, lo que actuamos juntos puede gradualmente convertirse en nuestra realidad.
La ansiedad, las preocupaciones y los miedos son parte natural de nuestra vida. La clave para superar la ansiedad es, por tanto, no borrarla y redirigirla hacia los demás: cambiar la preocupación propia por la preocupación por los demás. Al trabajar con el método de conexión y utilizar las técnicas para desarrollar conexiones sanas, veremos una transformación de todo tipo de ansiedades en sensaciones de felicidad y confianza.
Fotografía en Unsplash de Guillaume, Alemania