La luz y la oscuridad se encontraron. “¿Qué encuentra la gente en ti?”—exclamó la oscuridad sorprendida. «Ni belleza ni misterio, ¡sólo lastimas los ojos!»
La luz no respondió. Se hizo a un lado cortés y silenciosamente e iluminó el camino, porque la oscuridad se dirigía hacia un abismo, sin siquiera verlo.
Hoy tenemos la sensación envolvente de acercarnos a un abismo y de que no hay nada que ilumine el camino. Para convertirnos en luz en este momento oscuro que vivimos, sólo necesitamos apoyo mutuo y compasión.
En la alegoría anterior, la luz no le dijo nada a la oscuridad, simplemente se hizo a un lado e iluminó el camino. Esa es la propiedad de la luz, brillar para todos, sin importar quiénes sean, incluso los criminales más dañinos.
Aquí, el significado de luz no es el físico de fotones que iluminan la retina, sino de la fuerza de otorgamiento, compasión y conexión. La condición para que esta luz se propague en todas direcciones es específicamente, la conexión. Si no hay conexión compasiva y de apoyo, la luz (fuerza de otorgamiento) no puede conducirse a través de la materia (nuestros deseos y sentimientos internos).
Por eso, para iluminar el camino a los demás, debemos conectarnos positivamente. Incluso si la oscuridad parece consumir a todos en el mundo, debemos recordar que la conexión positiva, de incluso un puñado de personas, actúa como conducto de luz para todos. Aquellos que deseen convertirse en luz en este tiempo oscuro, deben aspirar a conectarse positivamente con los demás y también hacerlo con la intención previa de que su conexión brille para todos.
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