Joe Biden, presidente de EUA, dijo hace algunas semanas que “el riesgo de un ‘Armagedón’ nuclear es el más alto en 60 años, después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, renovara su amenaza, mientras su ejército se retira en Ucrania”. Sin embargo, según una historia publicada en Los Angeles Times, la declaración “parecía ir más allá de las evaluaciones de inteligencia de EUA”. De hecho, “los funcionarios de seguridad nacional dicen que no tienen evidencia de que Vladimir Putin tenga planes inminentes para un ataque nuclear”. En este caso, yo también creo que debemos tomar las declaraciones de ambos líderes con pinzas.
Al final, los rusos también temen las consecuencias del uso de armas nucleares. La humanidad no ha visto cómo es una guerra mundial nuclear. Los precedentes en Hiroshima y Nagasaki, tan horribles como fueron, no son nada comparados con la destrucción masiva y prolongada que infligirá una guerra mundial nuclear, especialmente dado el poder de las bombas atómicas y de hidrógeno de hoy.
Las amenazas de Rusia y sus aliados son desconcertantes, pero creo que su intención es desmoralizar y asustar. No creo que haya intención genuina de emplear ojivas nucleares tácticas ni ningún otro tipo de armas nucleares.
Si la humanidad se sumerge en una guerra mundial nuclear, no tenemos idea de, a dónde nos llevará ni de cómo terminará. Creo que todos lo entienden y actuarán en consecuencia. Hay demasiado en juego, demasiado que perder para jugar con una guerra nuclear.
Además, un ataque así, pondría al mundo en contra del agresor. Ninguna superpotencia, por fuerte y armada que sea, puede enfrentarse al mundo entero. Por eso, las amenazas de usar armas nucleares y las declaraciones desalentadoras sobre un posible Armagedón nuclear son, en mi opinión, poco realistas, al menos en este momento.
Dicho esto, en su conjunto, el mundo ciertamente avanza en dirección negativa. Si no logramos entender que la guerra no es la forma de lograr beneficios políticos ni económicos, eventualmente llegaremos a una tercera guerra mundial. Los acontecimientos en Ucrania deberían preocuparnos a todos y alentarnos a fomentar lazos más fuertes en toda la humanidad, para evitar un posible colapso de la sociedad global.
Si podemos aprender la lección de esta dolorosa guerra, tal vez le dé algún significado a la miseria que millones están viviendo. Si no podemos aprenderla, necesitaremos otra guerra, probablemente más cruel, para aceptar que debemos deponer las armas y tratar a la humanidad como realmente es: una sola entidad cuyas partes están interconectadas y son interdependientes.
Eventualmente, aprenderemos que la guerra no es el camino. Espero que no lo tengamos que aprender de una experiencia nuclear.
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