Una de las propiedades esenciales de la civilización es la tecnología. De hecho, se pudiera usar el avance de la tecnología como indicador para medir el avance de la civilización. Desde la edad de piedra hasta la era digital, la tecnología ha marcado nuestro progreso.
Sin embargo, en las últimas décadas, parece que la tecnología ha pasado de hacer nuestra vida más fácil a dominarla por completo. Hoy, las computadoras no sólo procesan datos, casi piensan por sí mismas. El advenimiento de la inteligencia artificial trajo máquinas que, incluso pueden pintar obras de arte expresivas, escribir saludos de cumpleaños emotivos y redactar cartas de amor conmovedoras. Nosotros, por otro lado, parece que vamos en dirección opuesta: sabemos menos, pensamos menos y entendemos menos. Parece que estamos idiotizados por nuestra propia creación.
Aunque, hay buenas noticias en el futuro sombrío ostensible de la humanidad. Mientras las capacidades intelectuales se reducen, nuevas esferas sensoriales se abren.
Por sensorial, no me refiero a los sentidos físicos, sino a algo mucho más profundo. Nuestros órganos sensoriales son puramente físicos, pero yo hablo de la capacidad de sentirnos unos a otros, con tal profundidad que podremos percibir los sentimientos y pensamientos de los demás, como si fuéramos una sola persona.
Es claro que este proceso no es un esfuerzo consciente de fusionar nuestra psique. Aunque, de todos modos, sucede. Si ves el mundo que te rodea, verás que se volvió uniforme. La gente usa ropa parecida en todas partes, la mayoría habla inglés, la industria es muy similar y compra sus productos a pocos fabricantes, nos volvimos tan dependientes unos de otros que, si un país tiene que detener sus envíos de trigo, el mundo entra en una espiral de aumentos de precios.
Estamos entrando en la siguiente fase de incorporación: incorporación de sensaciones. La humanidad se está convirtiendo en un sistema de sensaciones, donde miles de millones de personas compartirán las mismas ideas, pensamientos y sentimientos.
Mientras más se manifieste este sistema, más nos convenceremos de que si queremos llevar la vida de forma segura, debemos estudiar el sistema compartido, comprender sus propiedades y requisitos y, buscar cómo dejar de ser sus peones y convertirnos en amos.
Para lograrlo, debemos tener las propiedades del sistema e implementarlas en nosotros. Dado que el sistema es una red de conexiones, también tendremos que ser individuos conectados. Tendremos que sentir a los demás y ser conscientes de sus pensamientos y sentimientos, como de los nuestros. Como no podemos sentir a los demás como a nosotros, porque estamos desconectados, tendremos que renunciar a lo que nos separa: el ego.
Mientras más nos aferremos a nuestro ego, más aguda sentiremos la separación y estaremos más desorientados en la vida. Pero, tan pronto como renunciemos a ese elemento interno, todo se volverá claro como el cristal. Así como sabemos que tenemos hambre, porque la sentimos, sabremos: qué, cuándo y cómo actuar, porque lo sentiremos.
No necesitaremos tecnología y las innovaciones de hoy serán superfluas y hasta obsoletas. Lo único que necesitaremos será sentir la red de sensaciones que nos guiarán con seguridad y tranquilidad por la vida y así, ya no será ardua ni dolorosa.
Deja una respuesta