Dado que somos parte del alma colectiva, como las células del cuerpo humano, nuestro trabajo principal es conectar a todos a través de nosotros. Al hacerlo, se crea una conexión integral entre las partes del alma. Al hacer este trabajo, no hay cambios en la conexión en sí, así como no hay cambios en el uso de la naturaleza con la que funcionamos, el deseo de disfrutar.
Y ¿dónde está el cambio? Sólo en la intención.
Imaginemos un sistema que se activa o desactiva según la intención: la intención de beneficio propio desactiva el sistema y la intención de beneficio a los demás, lo activa. Para activar el sistema, debemos mantener el dedo en el botón tanto como sea posible con la intención de beneficiar a los demás.
Cuando no podemos activarlo, como sucede en la actualidad, nos sentimos en estado de desintegración, con problemas, dolor y crisis cada vez mayores.
Para activar la tendencia a la conexión, primero debemos comprender que no actuamos por nuestra propia cuenta, sino que nos dejamos llevar por los impulsos de la naturaleza. Es decir, la naturaleza clasifica, forma y nos da pensamientos y tareas y nosotros tratamos de hacerlo.
En última instancia, la naturaleza nos está llevando hacia una conexión perfecta de armonía y paz con los demás. Por eso, sería prudente que sintiéramos lo que la naturaleza quiere de nosotros y cumpliéramos sus demandas. Y nuestro trabajo debería ser alinearnos con la trayectoria de conexión de la naturaleza, apoyarnos y alentarnos mutuamente en nuestra tendencia común de unidad y darnos ejemplo mutuo de conexión positiva.
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