Hoy necesitamos dinero para sentirnos seguros, en principio, el dinero actúa como conector: yo te doy dinero, tú me das dinero y todos ganamos a costa de todos.
Es una copia de nuestra actitud interna: lo que queremos de los demás, se expresa en la cantidad de billetes que intercambiamos.
Nos acercamos a un empleador, trabajamos para él y él nos paga. Es la relación que vemos, no sólo en tiendas, sino en toda la sociedad, incluso entre cónyuges. Nuestras relaciones son una especie de equivalente monetario, porque siempre deseamos recibir algo de los demás. Por eso, el dinero es el equivalente de nuestros esfuerzos egoístas, donde deseamos disfrutar a expensas de los demás y deseamos recibir un cierto pago por nuestro esfuerzo.
Eventualmente, el dinero demostrará su fracaso en su capacidad de conectarnos a nivel egoísta y se convertirá en conector de relaciones altruistas. De hecho, en cierta etapa, podremos medir los esfuerzos altruistas en términos monetarios, es decir, como cantidades de lo que nos damos unos a otros.
En otras palabras, el cambio de relaciones egoístas a altruistas, no requiere grandes revoluciones para cambiar nuestros sistemas actuales. Sólo necesitamos cambiar nuestra actitud hacia lo que se crea y discutir cómo mejorar la calidad de nuestras relaciones.
El cambio de relaciones egoístas a altruistas es un cambio importante, porque ganaremos un alma, es decir, la cualidad de otorgamiento. En esta alma, en la cualidad de otorgamiento, podremos sentir que vivimos en el siguiente nivel superior de existencia: el mundo espiritual donde percibiremos eternidad y perfección.
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