Abraham investigó las leyes de la naturaleza y vio que el creciente ego humano de su tiempo, era el signo de una sociedad madura. Entendió que la naturaleza hace crecer el deseo egoísta en el hombre, para que, por encima, se conecte positivamente. Porque al aferrarnos a dos fuerzas, la egoísta innata y la altruista por encima, podremos entender las leyes de la naturaleza y comprender cómo actúan las dos fuerzas -separación y conexión.
Entre estas dos fuerzas hay un estado muy especial que podemos alcanzar y que Abraham alcanzó. Abraham enseñó a los babilonios de la época el método para obtener las dos fuerzas de la naturaleza y se formó un grupo especial a su alrededor.
Lo que debemos entender de esta historia es que, surgió un grupo en la antigua Babilonia que logró sentir las dos fuerzas de la naturaleza: la egoísta y su opuesta, la altruista, la fuerza de conexión que conecta a las dos. Los que alcanzaron estas dos fuerzas recibieron el nombre de “Israel” y más tarde se les conoció como “judíos”, que significa “unidad” (palabra hebrea para “judío” –Yehudi-, viene de la palabra “unido” –Yihudi– Yaarot Devash, parte 2, Drush 2]), porque recibieron el deseo de unidad y después desarrollaron la sensación de armonía en las dos fuerzas. Los demás babilonios, los que no recibieron el impulso de unirse, pues estaban contentos con seguir dentro del enfoque egoísta natural, se les conoce como «naciones del mundo».
“Naciones del mundo” es el término que define la fuerza egoísta de la naturaleza humana. Cuando la fuerza altruista aparece en ciertas personas, las impulsa a que crezca más rápido la fuerza egoísta en su interior. Como resultado, encontramos un grupo que incluye ambas fuerzas: positiva y negativa. Gracias al crecimiento de las dos fuerzas internas, los miembros de ese grupo son más desarrollados. El grupo con la fuerza egoísta más pequeña, no necesita tanto deseo, porque para vivir no necesita conexión con la fuerza altruista.
Dado que el pueblo judío inicialmente surgió del alcance de las dos fuerzas de la naturaleza, también encontramos que esta nación, está en constante contradicción entre sí y consigo misma. Porque alberga ambas fuerzas opuestas, por eso, no puede llevarse bien fácilmente, ni en su interior ni con los demás, alberga un conflicto fundamental. Por eso, hasta hoy, damos testimonio de que cada judío tiene partes gentiles y judías y una inquietud interior.
Esta es la raíz del autodesprecio judío, es decir, en todos y cada uno de los judíos reside una fuerza de odio a sí mismo, una gran fuerza egoísta y sin equilibrio con la fuerza altruista opuesta y el odio se hace evidente.
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