El dolor es la reacción del cuerpo a las perturbaciones corporales. Nos advierte del peligro y nos hace actuar, para buscar placer y alejarnos del dolor, para que se diagnostique su causa, para sacar conclusiones y avanzar hacia nuevos estados.
El dolor afecta al ego, el deseo de disfrutar a costa de los demás. Podemos tener dolor cuando nos sentimos mal o cuando nos solidarizamos con otros que se sienten mal o cuando nos asalta la envidia si vemos que otros están mejor que nosotros.
Hay un dolor que nos empuja desde atrás y nos ayuda a evolucionar, también hay dolor existencial que finalmente nos hace avanzar hacia una mayor satisfacción.
Si no fuera por el dolor, no sentiríamos nada en absoluto. Conflicto, contacto o presión, todos nuestros sentimientos se basan en cierta forma de dolor y sólo podemos sentir placer, plenitud y alegría, después del dolor.
Pero, podremos superar el dolor, cuando nos elevemos por encima del ego, es decir, cuando logramos dar prioridad al interés ajeno a expensas del propio. Si diéramos más importancia al beneficio de los demás, podríamos vivir en plenitud, sin vacío y relacionarnos con todo y con todos, desde una plenitud y amor cada vez mayores.
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