No fue sorprendente descubrir que Jacob Blake, padre del afroamericano Jacob Blake Jr., quien fue tiroteado el 23 de agosto por un oficial de policía blanco en Kenosha, Wisconsin, tiene en redes sociales y medios de comunicación, una larga historia de publicaciones racistas y antisemitas. El antisemitismo está creciendo en todas partes; la tensión está en el aire e incluso donde todavía está tranquilo, se siente como si el suelo temblara bajo los pies. Cuando el dique se rompa y comience la inundación, nadie lamentará ver a los judíos ahogarse.
El nivel de antisemitismo se está disparando, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Pero en Estados Unidos, donde la comunidad judía es la más grande y poderosa del mundo, será el epicentro del cataclismo.
Es difícil saber cuándo llegará el punto crítico, pero si la trayectoria no cambia, seguramente llegará y los judíos sentirán lo que cada diáspora judía sintió desde que comenzó el exilio hace dos mil años: extinción y expulsión.
En un mundo tan lleno de odio y tan desprovisto de compasión, no podemos ignorar nuestra misión: ser “luz para las naciones”, dar ejemplo de unidad y responsabilidad mutua.
No necesitamos complacer a las naciones ni apaciguarlas. No nos juzgan por nuestra relación con ellas; ¡Nos juzgan por cómo nos relacionamos entre nosotros! Cuando nos odiamos, nos culpan por sembrar guerra entre ellas. Simplemente, sin ejemplo de unidad, no pueden unirse y comienzan a luchar. Y en el fondo, sienten que es nuestra culpa.
Le dimos al mundo ciencia y tecnología, arte y cultura, conocimiento y sabiduría, pero el mundo nos odia cada vez más y no nos muestra ninguna gratitud. Es hora de que nos demos cuenta de que eso no es lo que espera de nosotros; espera que seamos ejemplo de Arvut Hadadit (responsabilidad mutua).
Nos convertimos en nación cuando nos unimos «como un hombre con un corazón» al pie del monte Sinaí (montaña del odio). Inmediatamente después, se nos ordenó ser «luz para las naciones», traer al mundo la unidad que logramos. La ausencia de esa luz de unidad, es la causa del mundo caótico en el que vivimos y nuestra obligación es traer esa unidad, ser ejemplo.
Podemos negarlo, pero la negación no nos eximirá de nuestro deber ni convencerá al mundo de que no tenemos la culpa. Así que, podemos elegir unirnos por encima de nuestro odio, hacer lo que el mundo espera de nosotros y ganarnos su favor por primera vez en la historia o aceptar el castigo de la humanidad, como lo hicimos en Europa hace ochenta años.
Yo no soy judía pero siempre he sentido curiosidad e interés por conocer el judaismo y comprender sus creencias, su forma de ver la vida. Lamento que se este llegando a esto, no quisiera ver nuevamente que se daña a las personas eso sería horroroso. Tal vez deben unirse como bien lo menciona y reorientar sus acciones hacia lo que el mundo hoy pide que es igualdad de derechos y oportunidades, mas bondad y cooperación.