Eduard (Edi) Yosupov es estudiante veterano y amigo. Ha estudiado conmigo durante 20 años y la mayor parte de esos años vivió en Viena. En 2005, lo visité y fui al centro local de nuestro grupo mundial. No muy lejos de allí, está el negocio de Edi, un centro de estética médica. Edi ya no vive en Austria; se mudó con su familia a Israel hace dos años, pero su clínica aún está allí.
La otra noche, el teléfono de Edi sonó inesperadamente; fue una de sus empleadas. Con temblor en su voz, susurró que estaba sola en la clínica, fue la única que no se fue a tiempo, antes de que comenzara el tiroteo. Estaba aterrorizada. Varias balas habían atravesado el cristal y entraron en la clínica, no sabía dónde esconderse. Dijo que los otros empleados habían abandonado la clínica, justo unos minutos antes de que empezara el tiroteo y huyeron de la escena tan pronto como comenzó. Afortunadamente, salieron ilesos.
Momentos después, el teléfono de Edi comenzó a recibir imágenes de ventanas rotas, agujeros de bala en los cristales y sangre, mucha sangre.
Esta mañana, nos reunimos en Zoom para conversar. Edi dijo: “Hay pánico en las calles. Cerraron todo el centro de Viena y prohibieron que la gente vaya a trabajar”. Los austriacos están horrorizados. «Austria es un país neutral» dijo, «la gente se pregunta por qué se lo merece». Y, agregó, «El impacto entre los judíos es el peor».
Aquí lo detuve. Puede decir lo que quiera, pero Austria no es un país neutral. Adolf Hitler era austriaco, Adolf Eichmann era austriaco y Austria, en general, tiene una larga historia de antisemitismo. Quizás a los judíos austriacos les guste contarse historias falsas para calmarse, pero no es prudente, no tendrán a adonde huir cuando llegue el momento y llegará.
El hecho ocurrido hace unos días, es parte de una crisis creciente, al final de la cual los judíos serán acusados de todos los problemas que afligen a Europa y sufrirán la misma suerte que sufrieron los judíos de Europa en la década de 1940. Sin embargo, hay dos formas para evitar ese destino: 1) Huir y buscar un nuevo lugar para establecerse. Apenas fue posible hacerlo hace ochenta años, pues ningún país occidental aceptaba judíos de Alemania y Austria y ahora será mucho más difícil, pero si no son demasiado exigentes, podrían encontrar un refugio temporal. 2) Revolucionar el significado del judaísmo y convertirlo, de una cultura que se centra en costumbres y tradiciones a una ideología que consagra la unidad por encima de los demás valores, con espíritu de responsabilidad mutua y el lema, «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Esta última opción es la verdadera esencia del judaísmo. Aunque es muy duro emocionalmente y los judíos no se han unido desde que libraron una guerra civil dentro de los muros de Jerusalén, antes de que los romanos la conquistaran y arruinaran el Templo, pero si pueden unirse, estarán a salvo y serán bienvenidos en todas partes.
La esencia del judaísmo es cuidar a los demás, como dijo el viejo Hillel: “Lo que odias, no se lo hagas a tu prójimo. El resto es comentario, ve y estudia”.
Hasta que los judíos emplean ese lema o al menos no se odian entre sí, serán fieles a su legado y a su misión de ser «luz para las naciones».
Puede parecer contradictorio, pero la unidad interna es lo que las naciones quieren ver en nosotros. Ser luz para las naciones no es que tengamos que predicarles o enseñarles algo. Simplemente es que debemos ser ejemplo de amor a los demás.
Le dimos al mundo la idea de que, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos es el núcleo de la Torá, pero no lo vivimos. En eso, somos desleales a nosotros mismos y el mundo lo siente. Lo único que las naciones quieren es que seamos lo que se supone que debemos ser, unidos como uno y así, nos apreciarán, nos querrán entre ellos y no tendremos que pasar por la prueba que los judíos europeos están comenzando a vivir.
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