Hay un fenómeno cada vez más común entre los delincuentes sexuales: se graban ellos mismos cometiendo el delito y lo publican en las redes sociales. En 2017, los criminólogos Sveinung Sandberg y Thomas Ugelvik publicaron un artículo en Oxford University Press, donde escribieron: “A primera vista, el delincuente, que graba en video sus crímenes, parece contradictorio y contraproducente. Pues, cuando los delincuentes graban, sin darse cuenta pueden contribuir a su propia captura y condena. … Aun con, la disponibilidad pública … las decisiones de los tribunales superiores sugieren que, a pesar de la aparente falta de lógica, se está volviendo cada vez más común”.
Desde entonces, el fenómeno ha empeorado. Al tratar de comprender sus causas, Sandberg y Ugelvik escriben: “Cuando los delincuentes graban, es una elección arraigada, social y culturalmente. En resumen… esos delitos deben entenderse en el contexto: 1) la sexualización y la pornografía de la sociedad, 2) la nueva cultura de humillar en línea y 3) la cultura de tomar fotografías instantáneas alimentada por las nueva tecnologías. ”
Estas razones pueden ser un incentivo para los delincuentes, para que documenten los delitos sexuales, pero hay una razón más profunda y perniciosa para hacerlo: los delincuentes no consideran que esos actos sean delito en absoluto. No ven nada malo en lo que hacen.
Peor aún, creo que ni siquiera la generación más vieja piensa que los delitos sexuales son tan espantosos como se pretende. En su mayor parte, la actitud es: «Sucede; son niños, ¿qué puedes hacer?» Por supuesto, nadie lo dice, pero es el trasfondo.
Por eso creo que el problema no es de los perpetradores, sino de todos. Cuando el sistema educativo se enfoca sólo en memorizar información y no dedica tiempo a construir relaciones sociales saludables, la situación actual es el único resultado posible.
Necesitamos repensar la forma en que vemos la educación. Necesitamos poner las relaciones humanas, la capacidad de funcionar como elementos constructivos y positivos en la sociedad, en la parte superior de la escalera. Aún no vemos lo peor. Si dejamos el asunto desatendido, se deteriorará hasta el punto de que no nos atreveremos a poner un pie fuera de la puerta.
La naturaleza humana está destruyendo todo lo bueno que aún queda en este planeta y nos preocupan muchas cosas, pero no nuestra propia naturaleza. Incluso si hubiera algún beneficio al abordar los problemas ambientales, nuestro ego no nos permitiría implementar ninguna solución que exigiera el más mínimo cambio en nuestro desagradable comportamiento narcisista. De hecho, es exactamente lo que está sucediendo hoy.
No es la contaminación del aire lo que nos está envenenando; no son los opioides los que nos están intoxicando; no es el SARS-COV-2 lo que nos enferma y no es el hambre lo que nos mata. Es lo que está detrás de todos eso, lo que induce esas situaciones difíciles. Nuestro único enemigo es nuestra propia naturaleza malvada y la única forma de arreglar nuestra naturaleza, es aprender responsabilidad y cuidado mutuos, absolutamente todos en el planeta.
Hemos tomado cada problema, uno a la vez y ninguno ha sido resuelto, ninguno solo. Algunos pueden haber disminuido un poco, pero regresan o pronto regresarán con venganza.
Es hora de que busquemos la causa raíz de todos estos problemas -nuestro propio ego- y los resolvamos de una vez por todas. Hasta que aceptemos que somos nuestros peores enemigos, que causamos todos los problemas que luego tratamos de combatir, no podremos curarnos. Si lo entendemos y aceptamos trabajar juntos, tendremos la oportunidad de luchar.
Gran verdad!!! SIN PALABRAS. Muchas gracias. DIOS LOS BENDIGA 🙏 🙌 GRANDEMENTE.