Estudios recientes han demostrado que hay una “recesión democrática”, como la llamó un periódico. Otro estudio se quejó: “Para sorpresa de muchos en occidente, la caída de la URSS en 1991 no les llevó a adoptar un gobierno democrático liberal en el mundo… De hecho, el autoritarismo regresó y la democracia liberal va en retirada, desde al menos los últimos 15 años”. Hablando de 15 años, el presidente chino, Xi Jinping, aseguró un tercer mandato de cinco años, ignorando la tradición de su partido de renunciar después de dos mandatos. Además, el presidente Jinping “promueve aliados que apoyan su enfoque de control más estricto sobre la sociedad”. Como no aprendimos a usar la libertad, tendremos que repetir la clase y quizás todo el año escolar.
Cada nación tiene su propio carácter y no todas las naciones pueden manejar la democracia liberal. Si tomas China, por ejemplo, no creo que la democracia sea el régimen adecuado. Con más de 1,400 millones de personas, la democracia liberal no parece ser un acuerdo que funcione para China.
Además, la mentalidad de la gente tiende a ser de trabajadores de base. Esto, de ninguna manera implica que los chinos deban ser maltratados ni explotados, absolutamente no, sino que se sienten más cómodos que otros en condiciones restrictivas. Por eso, el gobierno chino logró imponer bloqueos de Covid más largos y estrictos.
Así que, el problema no es el retroceso de la democracia, sino el resurgimiento del despotismo. Varias potencias importantes, actualmente están dirigidas por tiranos y las que se consideran democráticas lo son menos hoy, que hace una década o dos. Parece que la humanidad se desilusionó de la democracia o que la humanidad no logra aferrarse a ella.
Una nación cuyo régimen permite la libertad, debe usarla para un propósito único. Cuando no lo hace, se le quita la libertad y aumenta la presión para imponer ese mismo propósito. El propósito de la sociedad humana no es que cada uno haga lo que quiera. No sería una sociedad sino una anarquía. El propósito de la humanidad es unirse hasta que todos cuidemos a los otros más de lo que nos cuidamos a nosotros mismos, hasta que todos seamos “como un hombre con un corazón”.
Es triste, pero nada parece más repulsivo para el ego que cuidar a los extraños más que a sí mismo. Sin embargo, el mundo avanza obstinadamente hacia mayor conexión y dependencia mutua. Dado que nos molesta conectarnos con los demás, la creciente pero indeseable conexión se siente como castigo y posteriormente, surgen conflictos.
La tendencia a romper las relaciones porque la cercanía es claustrofóbica, afecta todos los aspectos de la vida. Está disolviendo la unidad familiar, la resiliencia de las comunidades, la tolerancia de nuestros líderes y las relaciones entre países.
¿Dónde terminará? Depende de nuestra decisión. No por decisión de tal o cual persona, sino por el deseo de la humanidad. Podemos optar por abrazar la conectividad y disfrutar de sus beneficios o intentar rechazarla, fracasar y vernos envueltos en la Tercera Guerra Mundial. No hay otro camino.
Al aprender que avanzamos hacia una mayor conexión y dependencia mutua, porque esta es la dirección inalterable de la evolución, comenzaremos a buscar beneficios en esta situación obligatoria. Cuando lo hagamos, encontraremos que hay innumerables ventajas y literalmente, ninguna desventaja. Descubriremos que nuestro sustento está asegurado y que nuestra expresión personal es alentada cuando contribuye al bien común. No necesitaremos policías ni militares y no habrá depresión, porque la gente se cuidará mutuamente. Como resultado, la salud y la longevidad aumentarán y todos se sentirán felices y contentos.
Esta descripción puede parecer utopía, pero todo viaje comienza con el primer paso y aún tenemos que darlo. Cuando empecemos, descubriremos que el camino hacia nuestro nuevo estado, es mucho más placentero que el camino en el que nos encontramos hoy, que conduce a una distopía garantizada.
Me gusta mucho leer sus reflexiones, muchas bendiciones para su gran obra.