No estamos acostumbrados al coronavirus. No tenemos idea de cómo terminará ni de hacia dónde nos llevará.
Si piensan que pasará en unas pocas semanas, no lo hará. Estamos en un nuevo estado que durará todo el verano y llegará al invierno.
¿Cuándo terminará esta pandemia?
Llegará a su fin cuando mejoremos nuestra conexión humana. Para entender por qué es así, necesitamos tener una conciencia más profunda de cómo funciona la naturaleza.
Antes de que el coronavirus cayera sobre nosotros, actuábamos con el deseo de bombear esteroides para nuestro beneficio, en detrimento de otros y cada uno satisfacía sus propios intereses.
La preocupación por otros y por nuestro planeta fue eclipsada por la preocupación por nosotros mismos. Así, nuestra preocupación nos hizo ver a la naturaleza y a los otros a través de una lente que nos indicaba cómo usarlos para beneficiarnos al máximo.
Por lo tanto, la naturaleza necesitaba enseñarnos una lección. Y lo hizo de manera muy dramática, astuta, cariñosa y rigurosa.
Parecíamos hermanos peleando por nuestro juguete y la naturaleza, como padre estricto, nos ordenó detener nuestras peleas, ir cada uno a nuestra habitación, pensar que nos comportamos mal y en cómo debemos comportarnos unos con otros, cuando la naturaleza nos permita salir de nuevo.
Por eso, espero que pensemos en serio en el período en el que estamos, que usemos el tiempo que tenemos para darnos cuenta de la estrecha interconexión e interdependencia, entre nosotros y con la naturaleza.
El coronavirus nos ayuda a ver que somos iguales. No distingue entre rico y pobre, jefe y trabajador, famoso y desconocido: todos somos iguales ante este golpe.
Entiendo que es muy complicado ver a todos iguales, porque fuimos educados para encasillar y clasificar a la gente de cierta manera, pero no tenemos otra opción: con este virus, la naturaleza nos muestra que para ella somos iguales. Si fuéramos prudentes trataríamos de vernos como lo hace la naturaleza.
Incluso las élites multimillonarias que escaparon a su isla privada o búnker subterráneo, no están a salvo del coronavirus. El virus apareció en muchos lugares y aún no entendemos cómo pudo haber llegado. Por eso, incluso en esas áreas de escape, la gente es propensa al virus, igual que todos, porque la presencia del virus tiene una razón totalmente diferente de la que pensamos actualmente.
Por lo tanto, cuanto antes nos relacionemos con todos como iguales, nos preocupemos por el mundo, tanto como nos preocupemos por nosotros mismos, podremos elevarnos más rápido por encima de este golpe que la naturaleza nos envió y lograremos una conexión cada vez mejor entre nosotros, en condiciones más tranquilas y pacíficas.
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