A lo largo de las generaciones, la nación judía, en lugar de ser una amalgama, ha sucumbido a relaciones nocivas, incluso nuestros sabios tuvieron que soportarlas, como lo hacen evidente los ejemplos siguientes.
El costo de la división: Lo que podemos aprender de los estudiantes del rabino Akiva.
El rabino Akiva vivió entre los siglos I y II y se convirtió en el más grande de los sabios de la Torá. Participó en la composición de la Mishná y el 𝘏𝘢𝘭𝘢j𝘢 (código de leyes judías).
El rumor de su gran sabiduría se extendió por todo el país y 24,000 estudiantes de todo el mundo, vinieron a aprender de él. El rabino Akiva fue cabalista y dio gran importancia al fundamento de la Torá: “‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. Dijo: “Es la gran regla en la Torá”.
En su ensayo Matán Torá (Entrega de la Torá), el cabalista Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) explica que “cuando habla del mandamiento ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’ y dice que es la gran Klal (regla/colectivo) de la Torá, debemos entender que los 612 mandamientos de la Torá, con todas sus interpretaciones, sólo son la suma de los detalles insertados y contenidos en ese mandamiento único, ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’”.[1]
Pero los estudiantes del rabino Akiva no podían cumplir con la regla de amar a los demás, porque sus deseos egoístas crecieron más allá de su capacidad para manejarlos. El Talmud dice que fue la razón por la que murieron: “El rabino Akiva tenía doce mil pares de discípulos, desde Gevat hasta Antipatris y todos murieron al mismo tiempo, porque no se trataban con respeto” (Ezequiel 62, 62b). La muerte de los discípulos del rabino Akiva fue el inicio de un período de desolación espiritual.
Llamado eterno a la unidad: Rashbi y su grupo lucharon para superar el ego y el odio.
El rabino Shimon bar Yochai (Rashbi), autor de El libro del Zóhar, vivió a mediados del siglo II. Estudió con el rabino Akiva por más de trece años y fue uno de sus discípulos más destacados.
Cuando el rabino Shimon habló en contra del gobierno romano, un exdiscípulo y compañero judío llamado Judah ben Gerim escuchó sus palabras críticas e informó a las autoridades romanas. Como resultado, el rabino Shimon fue juzgado en ausencia y sentenciado a muerte. Los romanos buscaron a Rashbi para capturarlo y ejecutarlo, pero huyó y desapareció.
El rabino Shimon y su hijo Elazar huyeron a Galilea y durante 13 años, se escondieron en una cueva en el pueblo de Peki’in. Mientras estaban en la cueva, profundizaron en la interioridad de la Torá, es decir, en la sabiduría de la Cabalá. Cuando salieron de su escondite, Rashbi reunió a nueve discípulos de gran sagacidad y con su ayuda, escribió El libro del Zóhar.
A pesar de los procesos de desarrollo que llevaron al pueblo judío a disputas, odio y posterior ruina, los autores del Zóhar lograron mantenerse unidos y alcanzaron las cualidades de amor y otorgamiento. Una conexión especial los mantuvo unidos. Precisamente esa conexión única es la que guarda el secreto de la fuerza y calidad extraordinarias del libro.
El Zóhar describe este proceso: “‘Vean que bueno y agradable es que los hermanos también se sienten juntos’. Son los amigos que se sientan juntos y no están separados unos de otros. Al principio, parecen gente en guerra, que desea matarse unos a otros. Luego vuelven a estar en amor fraternal”.[2]
La resistencia contra Maimónides
Uno de los sabios más destacados, que también sufrió una feroz resistencia fue Maimónides, autor de La guía de los perplejos, entre otros escritos.
El rabino Moshe Ben Maimon (Rambam), conocido como Maimónides (1138-1204), fue científico, médico y uno de los mayores intérpretes de la ley judía, de todos los tiempos. Pero en su época sufrió duras objeciones cuando publicó sus libros.
El enfoque de Maimónides fue muy innovador en comparación con el enfoque tradicional; incitó la resistencia entre muchos rabinos. Se enviaron cartas condenando a Maimónides a los líderes judíos en Francia y se encendió un acalorado debate que culminó con la prohibición de sus libros.
La prohibición se extendió a España, donde los opositores de Maimónides apelaron a la Inquisición para que sus libros fueran quemados por herejía.
A lo largo de los siglos, el ejemplo que podemos tomar de nuestros sabios es que, independientemente de los conflictos y la animosidad que puedan surgir dentro del pueblo judío, los sabios entendieron que el destino de los judíos dependía únicamente de su nivel de obediencia al requisito de ser “como un hombre con un corazón”.
El Midrash Tanah De Bei Eliyahu, un comentario antiguo sobre la Torá, escribe: “El Señor le dijo a Israel: ‘Hijos míos, ¿me falta algo que deba pedirles? ¿qué les pido? Sólo que se amen unos a otros, que se respeten unos a otros, que teman unos a otros y que no haya transgresión ni robo ni fealdad entre ustedes’”.
De modo similar, el rabino Kalonymus Kalman Halevi Epstein escribió en el siglo XVIII sobre el pacto eterno e imperecedero que vincula a la nación judía, según su nivel de unidad: «Después, Él [el Creador] le dijo [a Israel]: ‘No sólo con ustedes hago este pacto’, es decir, la salvación de cualquier daño gracias a la unidad, no fue prometida sólo a la generación de Moisés. Sino ‘a aquellos que están aquí con nosotros hoy… y a aquellos que no están con nosotros aquí hoy,’ es decir, se les prometió a todas las generaciones futuras, que pasarán por todas las pruebas del pacto y que con unidad y el vínculo que habrá entre ellos, no sufrirán daño«. [4]
Esta promesa perdura y nos espera.
[1] Talmud de Jerusalén, 𝘔𝘢𝘴𝘦𝘤𝘩𝘦𝘵 𝘕𝘦𝘥𝘢𝘳𝘪𝘮, capítulo 9.
[2] Rabino Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), El libro del Zóhar con el comentario Sulam (escalera) Aharei Mot, ítem 65.
[3] 𝘔𝘪𝘥𝘳𝘢𝘴𝘩 𝘛𝘢𝘯𝘢𝘩 𝘋𝘦 𝘉𝘦𝘪 𝘌𝘭𝘪𝘺𝘢𝘩𝘶 𝘙𝘢𝘣𝘣𝘢𝘩, capítulo. 28.
[4] Rabino Kalonymus Kalman Halevi Epstein, 𝘔𝘢𝘰𝘳 𝘝𝘢𝘚𝘩𝘦𝘮𝘦𝘴𝘩 [Luz y sol], «𝘕𝘪𝘵𝘻𝘢𝘷𝘪𝘮» [De pie].
Basado en el libro Jewish Self-Hatred: The Enemy Within An Overview of Jewish Antisemitism (Auto odio judío: el enemigo interno – Panorámica del antisemitismo judío) del doctor Michael Laitman.
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