Uno de los conceptos erróneos más comunes sobre la sabiduría de la Cabalá es que puede proteger contra el mal de ojo. La Cabalá, de hecho, protege contra el mal de ojo, el problema es que la gente tiene conceptos erróneos sobre el significado del término «mal de ojo».
Según la Enciclopedia Británica y otras fuentes que apoyan la misma idea, el «mal de ojo» es una «mirada que se cree que tiene la capacidad de causar lesiones o la muerte a aquellos a quienes les llega». He visto anuncios de amuletos que se dicen relacionados con la sabiduría de la Cabalá y supuestamente pueden proteger contra esas miradas. Ojalá las cosas fueran tan simples, que pudiera pagar unos pesos y protegerme de las maldiciones.
Según la sabiduría de la Cabalá, no son nuestros ojos los que son malos, sino todo nuestro ser y lo que hay en nuestro corazón, «La inclinación del corazón del hombre es malvada, desde su juventud» (Génesis 8:21).
Todos nacemos con lo que se llama «deseo de recibir sólo para nosotros mismos». Podemos ayudar o no a otras personas; podemos ser amables o no con otras personas; podemos ser fuertes o suaves, fríos o cariñosos, educados o mal educados, pero al final, pensaremos sólo en nuestro beneficio, hagamos lo que hagamos, lo haremos para nuestro bien. Por eso, a pesar de las innumerables buenas acciones que se hacen en el mundo, seguimos peor y a pesar de todos nuestros esfuerzos, nada parece ayudar.
Ver o incluso pensar en otra persona, con intención de beneficiarnos de ella, en lugar de tener la intención de beneficiarla, es la definición cabalista del «mal de ojo». De hecho, el propósito de la sabiduría de la Cabalá es cambiar nuestra intención de beneficio propio, es decir tener «mal de ojo», a beneficiar a los demás, es decir adquirir un “buen ojo”.
Pero, la Cabalá no habla de la corrección de una sola persona. Su objetivo final es transformar a toda la humanidad, cambiar nuestros pensamientos malos en buenos. Esta transformación de pensamientos es la única forma en que podemos mejorar el estado de continuo deterioro de nuestro mundo. También es la única protección que podemos tener contra el mal de ojo, que es como acabamos de decir, nuestra propia naturaleza.
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