Con ocasión del Día Internacional de la Mujer, se me pidió opinión sobre la igualdad de género desde la perspectiva de la sabiduría de la Cabalá.
Para empezar, la idea de comparar a hombres y mujeres es tan errónea como comparar manzanas y naranjas. La naturaleza diseñó a hombres y mujeres como criaturas diferentes, tanto biológica como psicológicamente. Del mismo modo que nuestros cuerpos trabajan de maneras muy diferentes, también pensamos, sentimos y percibimos el mundo de manera diferente.
Por lo tanto, el intento de equiparar a hombres y mujeres para que sean lo mismo es completamente antinatural. Al tratar de juzgar a hombres y mujeres con los mismos parámetros y equipararlos tanto como sea posible, es como si estuviéramos intentando «reparar» la naturaleza. Y la naturaleza no necesita ser reparada.
En lugar de tratar de recortar las diferencias entre hombres y mujeres, tenemos que aprender a aceptarlas. Deberíamos aspirar a la armonía, no a la igualdad. Es decir, tenemos que ampliar nuestra visión sobre la igualdad de género con un enfoque más holístico, y ver cómo son precisamente nuestras diferencias las que nos hacen capaces de complementarnos para crear armonía.
Toda la naturaleza funciona de tal modo que cualidades específicas y opuestas se entrelazan para generar la vida: positivo y negativo, contracción y expansión, calor y frío, flujo y reflujo, masculino y femenino. De hecho, creo que esto es algo que las mujeres entienden mucho mejor que los hombres, ya que generalmente son más sensibles a la naturaleza que ellos.
A nivel práctico, no estoy diciendo que hombres y mujeres no puedan desempeñar los mismos roles en la sociedad. Ejemplos como Margaret Thatcher o Angela Merkel demuestran que una mujer competente puede encontrarse en una posición tradicionalmente ocupada por un hombre. Sin embargo, situar a una mujer en una determinada posición solo para que haga que las cosas se vean más «iguales» es una insensatez y no le reportará ningún bien a la sociedad.
Por ejemplo, cuando se le pide a un comité directivo que se componga de una misma cantidad de hombres y mujeres en pro de la «igualdad», es una percepción infantil de la igualdad que busca la corrección política en lugar de unos resultados óptimos. Un comité directivo podría tener una mayoría de hombres o una mayoría de mujeres, dependiendo de lo que el comité necesite lograr y de lo que cada persona pueda aportar, pero no para componer un retrato de la igualdad.
La sociedad occidental necesita más educación sobre cómo los distintos sistemas de la naturaleza logran la armonía cuando las diferencias se unen. Entonces, veremos que a lo que debemos aspirar en la sociedad es a la complementación mutua: resaltar las cualidades específicas de hombres y mujeres, y combinarlas para obtener lo mejor de ambos mundos.
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