“El humano es la inclusión del masculino y el femenino; y el mundo no puede construirse, si no están presentes – tanto el masculino, como el femenino.” (El Libro del Zóhar).
Se acerca de nuevo el Día Internacional de la Mujer y este año la palabra clave es “equilibrio”, la idea de dirigirnos hacia la equidad de género en todo el mundo.
La aspiración detrás del deseo de crear un equilibrio es buena y correcta. Viene de un genuino deseo por encontrar la totalidad, la completitud y la perfección en la interacción entre los hombres y las mujeres del mundo. Pero, ¿qué es la equidad de género? ¿Cómo determinamos el punto de equilibrio? Si miramos a través de nuestros propios ojos –ya sea como hombre o como mujer– veremos las cosas sólo de forma parcial e incorrecta.
Para llegar al equilibrio necesitamos mirar las cosas desde el punto de vista de la naturaleza.
Existen dos fuerzas opuestas trabajando en toda la naturaleza y se manifiestan a través de distintas fuerzas, acciones y elementos: más y menos, protones y electrones, calor y frío, flujo y reflujo, inhalación y exhalación. O, en este caso, masculino y femenino.
Si pretendemos eliminar o ignorar las diferencias entre cualquier instancia de las dos fuerzas opuestas de la naturaleza estamos interfiriendo con la naturaleza misma. Pretender cambiar el más por menos, al final causará problema, incluso cuando no podamos verlo a corto plazo.
Según la sabiduría de la Cabalá, hombres y mujeres pueden complementarse cuando el propósito de su relación es descubrir la profunda fuerza de la naturaleza que los une. Como está escrito: “hombre, mujer y la divinidad entre ellos”.
La profunda fuerza de la naturaleza que une es única. No es masculino o femenino, ni más o menos. Es sólo la verdadera unicidad que existe. Los hombres y las mujeres se necesitan uno al otro para superar gradualmente el ego humano y descubrir juntos esa fuerza. Para que esto suceda, requieren activar sus atributos particulares y complementarse mutuamente. Así que, en vez de enfocarse en cómo los hombres o las mujeres pueden superarse en forma separada, necesitamos pensar en crecer juntos.
No es casualidad que en nuestra época destacan los esfuerzos por encontrar un nuevo equilibrio entre los géneros. Los humanos están evolucionando hacia el alcance de una experiencia de vida superior y, por esta razón, tenemos un anhelo de sentir cada vez más la completitud. Pero la armonía sólo puede surgir cuando las fuerzas opuestas se complementan.
La diferencia entre masculino y femenino no es una “diferencia de género”. Es una brecha infinita que deriva de la misma naturaleza de la creación. No necesitamos ser iguales. Necesitamos ser diferentes y aprender cómo complementarnos.