Hace unas semanas, varios medios de comunicación publicaron una historia que pasó desapercibida para muchos medios populares, pero que desafía la razón. Supuestamente, la escuela de la iglesia de la Gracia, en Manhattan, emitió una guía de 12 páginas para estudiantes y personal, explicando la misión de inclusión de la escuela. La guía sugiere reemplazar algunas de las palabras más esenciales en cualquier idioma, con sustitutos que les nieguen su significado. Por ejemplo, la guía dice: “En lugar de ‘mamá’ y ‘papá’, diremos ‘adultos’, ‘cuates’ o ‘familia’”. O, “En lugar de ‘esposo’, ‘esposa’, ‘novio’, ‘novia’, diremos ‘cónyuge’, ‘compañero’, ‘pareja’”.
La guía no se detiene ahí. Continúa su esfuerzo por diseñar la conciencia de estudiantes y maestros, al establecer claramente su agenda: «Intentamos activamente deshacer las nociones de una estructura familiar ‘típica’ o ‘normal’, cada familia es única». Además, la guía señala un problema que define como «heterosexismo», que es «la suposición de que la heterosexualidad es la forma natural o predeterminada de la sexualidad y es inherentemente buena o inevitable».
La religión también se «trata» en la guía. “En lugar de [preguntar] ‘¿Cuál es tu religión?’, di ‘¿Alguna tradición religiosa o de fe, es importante para ti?’ o, “En lugar de [decir] ‘¡Feliz Navidad! o Felices fiestas!’, di ‘¡Que tengas un buen descanso!’» Hay mucho más, pero ya entiendes el punto.
La cuestión es que el descarado intento de ingeniería de la conciencia fue ignorado en gran medida. Los niños y los padres temían por su futuro, los maestros temían por su trabajo y los medios tradicionales no tuvieron interés en protestar por la opresión obvia al libre pensamiento y muy pocos medios lo informaron.
Pero, Paul Rossi, profesor de esa iglesia, no pudo callar, escribió un artículo titulado «Me niego a quedarme quieto mientras mis alumnos son adoctrinados» y lo publicó en el blog Common Sense de Bari Weiss. En el subtítulo, escribió: “Los niños temen desafiar la ideología represiva que gobierna nuestra escuela. Ese es mi temor».
Rossi admite que teme por su futuro, pero siente que no tiene otra opción, pues el problema no es sólo con esa iglesia, es generalizado. “Sé que al adjuntar mi nombre estoy arriesgando no sólo mi trabajo actual sino mi carrera como educador, pues la mayoría de las escuelas, tanto públicas como privadas, son cautivas de esa ideología atrasada”, admite. «Pero al presenciar el impacto dañino que tiene en los niños, no puedo quedarme en silencio».
Afortunadamente para Rossi y para todos nosotros, aunque puede llevar tiempo y aún puede extenderse más, eventualmente, eliminar por la fuerza las diferencias entre la gente no funcionará. La naturaleza nos creó diferentes, no iguales y no podemos «deshacer» nuestra creación por capricho. Si contradice la naturaleza, no funcionará. Sólo atormentará a quienes lo intenten.
El lecho de Procusto, al que la ideología “inclusiva” intenta encadenarnos, creará el sufrimiento que todos los lechos de Procusto están destinados a causar, pero no nos hará semejantes ni iguales; es totalmente inútil y redundante. Mamá y papá son las dos figuras más importantes de nuestra vida, razón por la cual todas las culturas, desde la antigüedad han dedicado nombres específicos para designarlos. No son «familia» y ciertamente no son «cuates». Nos dieron la vida y en gran medida, son responsables de lo que somos. Es casi lo mismo con «esposo» y «esposa»: «pareja» simplemente no tiene el mismo peso. «Esposo» o «esposa» implican compromiso, «pareja» implica mucho menos, si es que implica algo. Cada persona que conocemos es única y merece un nombre o título único. Negar esa singularidad nos priva a todos de personalidad.
¡La diversidad no la debemos borrar; la debemos abrazar! ¡Es una fuente de poder, resistencia y belleza! Sólo podemos apreciar las cualidades de una raza, cuando sabemos que es única. Y sólo sabremos que es única, si conocemos las cualidades de todas las razas. Por eso, no podemos apreciarnos a menos que sepamos quiénes somos y que somos diferentes de otros. Borra las diferencias y borrarás nuestra singularidad, peor aún, nuestra capacidad de apreciarnos.
En lugar de hacer que todos sean iguales, debemos hacer énfasis con valentía, en nuestras diferencias y usarlas para el bien común. De repente, descubriremos que ¡todos son hermosos a su manera! Construir una sociedad sólida no depende de hacer que todos sean iguales, sino de aceptar todas las diferencias. La diversidad es la clave del éxito; la uniformidad es el camino al fracaso.
Buen día, muchas gracias 🌹🙏 DIOS los bendiga grandemente 🙏🌹🌹